sábado, 4 de febrero de 2017




     En diciembre arranqué con la intención de convertir los rollos de cartón del papel de cocina en pequeños corsets, provocada por la variedad de ellos que se me saltaban a la cara desde la página de inicio de Pinterest.  Era un mero capricho personal, reproducir en cartón y papel esas bellezas que nunca podré ni comprar ni ponerme.  De ahí a hacer toda una figura con el corset puesto hubo menos de un paso y entonces el proyecto fue hacer unas pequeñas esculturas de papel con base en rollos de cartón de damas con atuendos de burlesque.  Así se empieza.





     Ya entusiasmada en el juego me puse como regla trabajar con el papel mache a modo de arcilla, para lograr dar a la figura la mayor exactitud estética.  Pero como se hacía difícil, primero estructure con papel y algo de tela, cubrí con enduido plástico y ya a punto de viajar, me dije: a la vuelta preparo pasta de papel muy finita y trato de actuar como un escultor de verdad.






     Pero tras casi un mes fuera, a mi regreso lo único que quería era pintar, así que me lancé sobre mi muñequita de rollo de cocina munida de pincel y pintura.





     Ahora que me calmé un poco comprendo que necesito volumen, proporción y prolijidad: la cara es un espanto (¡tan chata!), manos y brazos son desastrosos, y las piernas ni las empecé a vislumbrar.  ¿Y que pensamos hacer con los pies?  O termina todo en el tacho de basura o retorno al principio y asumo que la escultura no sólo es mi asignatura pendiente sino también aquella para la que carezco de todo talento natural.














No hay comentarios:

Publicar un comentario