Rollos
de cocina: la saga (Dedicado
a quienes me acusan de no tener “un plan”)
A mediados
de enero, estando fuera del país, surgió la posibilidad de participar en una
feria de dos días, en abril, en el Hipódromo de Palermo, dentro de un evento de
presentación y catación de vinos.
Postulé mi participación (la que supongo rechazada porque hasta hoy no
he obtenido ninguna respuesta), en la intención de exhibir dos obras de
Burlesque (Janet y Le Cirque) y la pequeña escultura de papel de la bailarina
(mi rollo de cocina) que había dejado a medio hacer al salir de viaje y en la
que sigo trabajando. Imaginaba que en un
metro y medio de pared esas dos obras (enmarcadas para la ocasión) con la
escultura en el medio, sobre un pie de acrílico, podían lucir coloridas y
amables a un espectador que pasea degustando un tinto generoso y largo en boca.
Frustrada
esa fantasía (al menos, insisto, hasta ahora no he tenido aviso alguno de
que se me aceptara), surge hace unos días la de participar en otra feria a fines de agosto. Con
más tiempo y siendo una feria mas grande (en el predio de La Rural),
postulé planeando llevar mas obras. Ahí
se me vino a la cabeza que podría agregar al sector de Burlesque dos esculturas
más, otros dos rollos de cocina convertidos en bailarinas de vaudeville. En mi mente ví dos obras en pared, en el
medio la bailarina de pie invitando al burlesque y a los dos lados de las
obras, completando una trilogía de esculturas de papel, dos bailarinas colgando
del techo.
O.K., dentro de mi cabeza, como encuadre luce muy simpático, pero en la realidad ya es harina de otro costal. ¿Qué se puede colgar del techo? Investigo en mi
material de archivo (soy un auténtico ratón de biblioteca que compila, organiza
y ficha todo) y encuentro sustento a mi disparate. Una bailarina simulando una marioneta, con
hilos sujetando brazos y pies en una postura desmadejada, mucha pierna, mucho
brazo; y otra a guisa de trapecista colgada de un aro haciendo piruetas. Esbozo la posturas muy por arriba y, como no
soy una persona psíquicamente normal, encuentro realizable este
despropósito. Así que agarro otros dos
rollos de cartón de papel de cocina, los recorto a lo que yo entiendo son
corsets y me dispongo a iniciar mis dos bailarinas colgantes.
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