Llegado a
este punto, mi Rollo de Cocina #3 me pareció un espanto y por un tiempo lo
abandoné sin culpas.
La
casualidad intervino, dí con un aro de mimbre bastante decente, y reanudé la
acción del #3 y empezó a prometer mejoría.
De momento, volvió al área de trabajo de mi taller.
Comparte
espacio y mi escaso tiempo con mi Cabeza de Peluca con aires de
mascarón de proa, el que por absurdo requiere mucho trabajo por todos
lados.
¿Cómo es
mi proceso creativo? Vaya un ejemplo: avanzó poniéndole un poco más de pintura
por aquí y por allá en mi Cabeza de Peluca, tratando de unificar las bases de papel,
emprolijar bordes, jugando con capas de color, y a la espera de que seque tanto
empaste la observo tratando de escuchar su opinión. Y a veces escucho (no a mis voces, a la obra en elaboración). Hoy me dijo que necesitaba un ala, lo que me
pareció absolutamente lógico. Un ala que
se despliegue hacia un lado, extendiéndose, proyectándose. Un ala, claro, con plumas…
Un ala. Por ahí iremos.
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