Como ganar enemigos (diciendo lo que se piensa)
Nos
cansan (a mí, puntualmente, me cansan)
los que pretenden usar al arte como pancarta oportunista para el ejercicio de politiquería mediocre, barata y artera. El arte como “emergente del cambio social”, como “herramienta de protesta contra el sistema”, como “bastión de resistencia” a lo que
sea. Estupideces. El arte –el arte de verdad- empieza y termina en sí mismo. No niego que constituya un símbolo
comunicacional que plasme la realidad del tiempo y lugar dónde se desarrolla,
pero el “arte” no se hace en una
marcha, en un corte de calles en hora pico, en una movida política donde lo único que se busca es el
beneficio del poder para unos pocos (que
suelen ser siempre los mismos).
El arte no es el medio para nada, es un fin,
un destino, un universo en sí mismo. Y
si de algo no necesita el arte es de la política y sus habituales y rastreros
esbirros.
Pululan
por estos días un montón de supuestos “creadores”
clamando por no sé qué recursos (un
puesto, un sueldo, un subsidio económico para desarrollar lo que sea), “exigiendo” que el Estado (o sea, todos los ciudadanos con sus
impuestos) sostenga su supuesta “acción
creativa” –cuando no inexistente
generalmente mediocre-, al grito de que es su “derecho” de que se le solvente la vida... y de por vida, con jubilación garantizada.
Personalmente, nunca he pedido ni aceptado ni pediré ni aceptaré que
nadie aparte de mí misma ponga una moneda para el desarrollo de mi obra. Es mi obra, mi visión, mi riesgo. Trabajo de lo que sea (mucho, desde siempre) y en la medida que puedo me las arreglo
sola. ¡Qué nivel de arrogancia hay que
tener para pensar que todos los ciudadanos (que
no nos conocen, que probablemente no le interesemos en lo absoluto, que seguramente
considerarán patético e inservible lo que hacemos) deben pagarnos nuestro capricho
de dedicarnos a algo tan inútil como el arte!
Arrogancia absoluta. En la casa
de mi infancia dirían una sinvergüenzura total.
Pero
somos testigos de un montón de personas exigiendo que se les pague para hacer
eso que hacen, en lo que evidentemente no tienen demasiada fe ya que pretenden que
otro les ponga el dinero para hacerlo. Creo que el Estado (los impuestos que pagamos) debe tener una lista de
prioridades para su aplicación, y que los divagues chapuceros de la excesiva
cantidad de personas que hoy se autoproclaman "artistas" no figurarán en los primeros
lugares de esa lista. Si me apuran, creo
que no deberían figurar en absoluto.
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