martes, 28 de noviembre de 2017




























     No le había dicho que sí.  Claro, tampoco le había dicho que no.  Cuando me hizo llegar la convocatoria no me sonó como mero aporte de buena data sino como la orden inapelable de participar, y eso siempre me hace llevarle la contraria.  No te lo podés perder, es una magnífica oportunidad.  Cierto, pero nada es tan fácil, y siempre están los detalles.






      Cuando supe de la propuesta enseguida pensé en Resabio de Conquista, una obra que a mí me resulta sinónimo de identidad sudaca.  Resabio es América, mi América, la latina, la de identidad mestiza, la sobreviviente, la auténtica.  Pero están los detalles: la obra a postular tiene que ser posterior al 2014.  Resabio es  mucho más vieja…  Consideré algún otro trabajo de Cartográfica, pero es un hecho: toda la serie es anterior a la fecha límite de antigüedad.







     Entonces, aun cuando la propuesta me sigue pareciendo atractiva, la idea de trabajar algo exclusivamente para un concurso y con deadline va en contra de mi espíritu relajado y lúdico.  No trabajo bajo presión, sólo por mandato del placer.   Pero ha seguido fastidiando y fastidiando, y más para poder gritarle en la cara que lo intento (aunque no lo termine y en definitiva no lo postule) amontoné ideas para hacer una última pieza de Cartográfica.  Y como corresponde, no pude evitar distraerme y enredar las cosas.  Mapas, sí, pero por alguna razón no he podido dejar de pensar en Degas, en zapatillas de punta y en una América movediza y rítmica, demasiado entretenida en su propia diversión.  Estoy muy mal.









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