Podría
seguir ganándome enemigos con una facilidad pasmosa. Me bastaría citar que actualmente el Ministerio de Cultura, a través del Fondo Nacional de las Artes (nótese:
de-las-ar-tes) tiene un programa titulado “Arte y transformación social”
(http://fnartes.gob.ar/arte-y-transformacion-social/).
El arte
no es un medio, insisto; no es la herramienta para transformar nada. El arte es un fin en sí mismo y es tamaña su
inmensidad que pretender cualquier otra cosa es no entender nada. Y lo ÚNICO capaz de producir la transformación social
es la EDUCACIÓN. EDUCACIÓN. Una educación que aspire siempre a superarse,
que tienda a la excelencia; una educación universalista, multifacética, que propenda hacia el todo y más. Una educación
que, entre millones de otras áreas, aproxime al arte, pero como una
especialidad entre tantas otras que también merecen atención y
profundización. Porque sólo la educación
permite a una sociedad transformarse, desarrollarse, progresar y potenciarse
hacia su máximo. Nada digo si el
Ministerio de Cultura gasta todo su presupuesto en planes de EDUCACION y transformación social. Pero “arte y transformación”… Palabrerío hueco y politiquería barata.
"El artista como emprendedor socio-cultural”, dice el video institucional (http://fnartes.gob.ar/videos/arte-y-transformacion-social-2017/). NO, NO y NO. El artista es artista y el emprendedor socio-cultural es, definitivamente, otra cosa. Supondría que el Fondo Nacional de las Artes (nótese nuevamente: de-las-ar-tes) entendería la diferencia.
Y
después, claro, se mezcla todo: el circo, la violencia doméstica (que al
parecer se combate bailando), la “estética de la dignidad” (¿qué
tendrá que ver?, la dignidad es un derecho inalienable, la estética una
disciplina intelectual posterior y consecuente a la educación), y a
que lo que los chicos no obtienen “ni en la escuela ni en la casa” (¡!) lo
obtienen en el arte y que de éste resulta una base de formación
laboral (¿?).
Resulta
evidente que todo lo que atribuyen al arte en este programa es lo que en la
realidad real le corresponde a la educación.
Podrían pasar perfectamente este programa al área del ministerio
correspondiente y dejar al arte en paz, que, insisto y seguiré insistiendo
mientras usen su nombre en vano, ES OTRA COSA.
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