No podía
perder la oportunidad de involucrarme con parafernalia navideña. Y para colaborar con la ambientación que una
amiga hará a la fachada de un local comercial propuse hacer unas enormes bolas
que en lugar de un tradicional pino irán colgadas a dos palmeras. Magnífica
oportunidad de jugar los juegos que gustan.
Partí de
semiesferas de telgopor, que uní para tener la base de mis seis bolas navideñas.
Leve cartapesta para asegurar las mitades previo colocar un cordón dorado del cual colgarlas.
Tras una
capa de acrílico blanco para unificar es hora del decoupage. Vamos diseñando sobre la marcha teniendo como
premisa dos colores: rojo y dorado.
Los únicos
problemas son que se necesita tiempo de secado entre capa y capa y eso me
impide avanzar con la velocidad de mi
entusiasmo. Y que estoy trabajando parada, lo que hace que mis pies (piernas,
cintura, espalda y anexos que deschavan la edad) ya a media tarde no resistan más. Podría sentarme, realmente, pero no
da ni el espacio ni la altura por la sencilla razón de que estoy trabajando en
la cocina. ¿Por qué en la cocina y no en
el taller? No sé. Pero mis bolas y yo estamos muy a gusto en mi
pequeña cocina aunque mis pobres pies y sus adyacencias opinen lo contrario.
Hasta acá
vamos bien.
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