Uno se distrae, es inevitable. Y, además, la señal de Wi-Fi va y viene, en desquiciante
intermitencia. Mucha gente en el
complejo, me dicen, la profusión de árboles de la zona (Rincón del Indio),
aseguran, el viento, agregan por las dudas.
Y rematan con lo obvio: desconectarse
unos días está bueno. Sí, claro, si
esto fuera trabajo, pero esto es mi vida. No puedo desconectarme. Las dead lines de la otra mitad del planeta
(dónde no es verano ni está la mayoría tirada al sol cual alegoría de lagartos)
me asechan y tengo dos o tres compromisos asumidos a los que sin Wi-Fi no puedo
cumplir. ¿Es tan extraño tratar de
mantener el orden pese al verano y a las malignas tentaciones del ocio absoluto
y placentero?
Lo absurdo es que una de las postulaciones que acabo de lograr completar (¡gracias dios volatil de la internet por diez minutos de señal estable!) está destinada al fracaso más rotundo: no cumplo uno de los requisitos -la antigüedad de la obra-. Entonces, ¿por qué tanta mala sangre para enviarla si no tiene sentido? No sé. ¿Convicción de destino? La obra no cumple los parámetros,está claro, pero Resabio de Conquista me resulta tan exacta para la convocatoria, tan perteneciente al mensaje que se pretende con el proyecto... Así que, aunque no pueda ser aceptada que la vean, sólo que la vean. Uno sólo quiere que a su obra la vean los espectadores que deben verla. Nada más.
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