domingo, 22 de julio de 2018




     Debería estar en otro lugar (con sol, con mar, con mucha luz), pero no pudo ser.  Quedé varada porque la vida -como siempre-  decide por encima de mi voluntad  y lo que es es y lo que debe ser será.  Jamás deberían hacerse planes, no esperar y no creer; sólo dejar que sea lo que el destino traza a su capricho y que nos arrastren como hoja seca al viento.  Lo que sea.

   Hace demasiado frío y lo nublado amenaza metérseme en las venas.  Pero me revelo y me consiento: si el mundo se derrumba todavía nos queda la tinta (la tinta de verdad, a la antigua, con olor a tinta) y jugar con ella contrarresta cualquier pesadilla.  Por un rato dejo la realidad del otro lado de la puerta.  No molestar .                                                                               















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