Cartas desde el encierro
Para mitigar la angustia de estos tiempos
-demasiado "interesantes" para mi gusto- he vuelto sobre un viejo y postergado
proyecto. Influenciada por Xul Solar
y por Dalí, siempre tuve rondándome la idea de diseñar mis personales
cartas de tarot. Proyecto algo absurdo y
decididamente extenso, por lo que la simple y constante excusa de falta de tiempo me permitió dejarlo
para mejor momento.
Ahora, encerrada y con esta propensión a
la desesperación absoluta fabulando en mi cabeza todas las variables de
tragedia, necesito concentrar la atención en algo que me distraiga de la
oscuridad. Así, volví sobre este viejo y
diferido plan.
Está claro todo lo negativo: son
demasiadas cartas, el proyecto es absolutamente excesivo, se requiere
conocimiento sobre la materia (que no tengo en lo más mínimo), y para que tenga sentido cada pieza debe ser
original y estética conservando el sentido lúdico y esotérico según quién la
use. Pero precisamente son esos problemas
los que harán que les dedique tiempo y atención -distrayéndome de la
realidad real-, que tenga que investigar mucho -toda razón para perderme
en mi biblioteca es excelente razón-, y que impliquen un desafío creativo es
suficiente provocación para jugar a jugar.
Y si se complica por sobre mis posibilidades, siempre podemos volver a
abandonar el proyecto para mejor momento.
Empecé pues, muy despacito. Determinando tamaño de diseño (21X30 cms.) y
haciendo una plancha del ornamento para número y nombre de cada carta que se va
a repetir en todas. Me puse reglas de
composición (que seguramente no voy a cumplir del todo): la figura de
cada arcano será un dibujo al grafito de alguien de principios del siglo XX,
que se vincule visualmente al estereotipo tradicional pero que me genere gran
disfrute trazar (estoy jugando, ¿no?, se supone que me divierta),
acompañada por simbología propia de la carta.
No se si voy a quemar el soporte en algún momento (son muy pequeñas,
muy poco margen para el error me dejan) pero no termino de descartarlo, y
como las originales cartas Visconti-Sforza, tendrán mucho dorado. Y algún texto literario por la sencilla razón
de que adoro dibujar letras. O sea, algo
muy farnelliano: exceso, amontonamiento e intricada lógica.
En los primeros esbozos, voy colocando las
imágenes centrales, algún detalle tradicional, marco bordes y ornamentos. Arranco por las más obvias: La Luna, El Sol,
La Estrella, El Loco. Para La Lune,
una Ziegfeld Girl (Anna Buckley), para Le Soleil
un retrato clásico de la luminosa Carole Lombard, para L´Étoile
Marlene Dietrich (¿ha habido alguien más estrella?), y para Le
Fou un arlequín que me señala o te señala o we´re all mad here. Fácil hasta ahí.
Voy a ir trabajando como vaya viniendo la “inspiración”
o la “iluminación” según el caso y quién lo crea. Nada de empezar y terminar una para pasar a
la otra, voy como venga la cosa, una hoja al viento, un barquito de papel en el
mar. De momento disfrutamos acentuamos
un poco el dibujo de la linda Luna:
Y
seguimos.
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