sábado, 28 de julio de 2012




     Me preguntó (¡pobre inocente!), probablemente solo para entablar conversación, que significaba RAGNARÖK. 

     “La enciclopedia alemana Der Grosse Brockhaus dice en su artículo dedicado al término Ragnarök: “Destino de los dioses”. A este relato refirió Richard Wagner en su trilogía, y al que, basándose en una falsa etimología de Ragnarök, dio el título de “Ocaso de los Dioses”. El A concise dictionary of old icelandic de Zoega dice de la palabra Ragnarök: “La condena o destrucción de los dioses”; y da para el término RÖK el valor de “razón, fundamento, origen maravilla”; y a su vez da para RAGNAROKKR el valor de “ocaso de los dioses”; y a la palabra ROKKR, ROKR, el significado de ocaso. El célebre especialista en lenguas, literatura y civilización escandinavas de la Sorbonne escribe en su introducción a la Edda Poética; “En la consumación del destino de las potencias (RAGNARÖK), sin duda preferible a la versión ocaso de las potencias (RAGNAROKKR)”. En islandés moderno RÖKKUR (equivalente a ROKKR), ocaso." 

Jean Markale,  El enigma de los Cátaros, pag. 20/21.


     Por supuesto, mi primer contacto con la palabra fue a través de Borges, por lo que naturalmente me suena más que ocaso o destino, el Final de los Dioses.

      RAGNARÖK “EN LOS SUEÑOS (escribe Coleridge) las imágenes figuran las impresiones que pensamos que causan; no sentimos horror porque nos oprime una esfinge, soñamos una esfinge para explicar el horror que sentimos. Si esto es así ¿cómo podría una mera crónica de sus formas transmitir el estupor, la exaltación, las alarmas, la amenaza y el júbilo que tejieron el sueño de esa noche? Ensayaré esa crónica, sin embargo; acaso el hecho de que una sola escena integró aquel sueño borre o mitigue la dificultad esencial. El lugar era la Facultad de Filosofía y Letras; la hora, el atardecer. Todo (como suele ocurrir en los sueños) era un poco distinto; una ligera magnificación alteraba las cosas. Elegíamos autoridades; yo hablaba con Pedro Henríquez Hureña, que en la vigilia ha muerto hace muchos años. Bruscamente nos aturdió un clamor de manifestación o de murga. Alaridos humanos y animales llegaban desde el Bajo. Una voz gritó: ¡Ahí vienen! Y después ¡Los Dioses! ¡Los Dioses! Cuatro o cinco sujetos salieron de la turba y ocuparon la tarima del Aula Magna. Todos aplaudimos, llorando; eran los dioses que volvían al cabo de un destierro de siglos. Agrandados por la tarima, la cabeza echada hacia atrás y el pecho hacia delante, recibieron con soberbia nuestro homenaje. Uno sostenía una rama, que se conformaba, sin duda, a la sencilla botánica de los sueños; otro, en amplio ademán, extendía una mano que era una garra; una de las caras de Jano miraba con recelo el encorvado pico de Thoth. Tal vez excitado por nuestros aplausos, uno, ya no sé cuál, prorrumpió en un cloqueo victorioso, increíblemente agrio, con algo de gárgara y de silbido. Las cosas, desde aquel momento, cambiaron. Todo empezó por la sospecha (tal vez exagerada) de que los Dioses no sabían hablar. Siglos de vida fugitiva y feral habían atrofiado en ellos lo humano; la luna del Islam y la cruz de Roma habían sido implacables con esos prófugos. Frente muy bajas, dentaduras amarillas, bigotes ralos de mulato o de chino y belfos bestiales publicaban la degeneración de la estirpe olímpica. Sus prendas no correspondían a una pobreza decorosa y decente sino al lujo malevo de los garitos y de los lupanares del Bajo. En un ojal sangraba un clavel; en un saco ajustado se adivinaba el bulto de una daga. Bruscamente sentimos que jugaban su última carta, que eran taimados, ignorantes y crueles como viejos animales de presa y que, si nos dejábamos ganar por el miedo o la lástima, acabarían por destruirnos. Sacamos los pesados revólveres (de pronto hubo revólveres en el sueño) y alegremente dimos muerte a los dioses.” 

 Jorge Luis Borges,    El hacedor (1960)


     ¿Mi Ragnarök? La palabra perfecta para definir que las religiones históricas tuvieron un desarrollo en el tiempo y un final racional al evolucionar el hombre culturalmente. En el catecismo te adoctrinaban que “tener fe” es no preguntar. No preguntar implicaba no pensar, porque pensar te lleva a notar contradicciones e incongruencia y por eso preguntas. Si preguntas incurrís en el pecado (¡gravísimo!) de no tener fe. Si no tenés fe estás condenado al infierno, al tormento eterno, donde te rechinan los dientes (las imágenes que se te pegan en la infancia…). 

      Pero lamentablemente (o no) el excesivo contacto con los libros termina volviéndote hereje. La culpa la tendrá la imprenta. O la excesiva cantidad de librerías de Buenos Aires. O la escuela primaria que te enseñó a leer. Y llega el día en que aceptás el precio (¿el infierno?) de usar la cabeza para pensar. Y de preguntar. Y de querer buscar respuestas que te convenzan. La “fe” es buena escusa para justificar la ignorancia. Pero se supone que debemos propender a una mayor, profunda y más inclusiva educación. A “erradicar” la ignorancia, ¿no?. Y llega también un día en el que comprendés que el que los dioses estén muertos (hasta asesinados a los tiros en la alegre imagen borgeana) te otorga real libertad de pensamiento.

     Ragnarök, explico, es el resumen del divagar de mi curiosidad tras los dogmas de las religiones históricas, de mi pacífica rebelión contra el “es así y no se explica, eso es la fe”. Es mi absoluta sorpresa cuando (ya bastante grande y suficientemente agnóstica) me topé en un libro con la argumentación histórica e historiográficamente sólida de la identidad del padre (biológico) de Jesús. Literalmente se me cortó la respiración al tropezarme con Judas de Gamala, el líder de la Rebelión del Censo. Después me enojé: ¿Cómo no supe de esto antes

       Ragnarök es una búsqueda de verdad. Ragnarök es la recuperación de la libertad de pensamiento. Ragnarök es un tema que no me tienen que sacar en una reunión social porque –sospecho con fundamento- es un tema del que la gente no tiene ganas de hablar. Ya viven sin dioses, ¿para que más?








martes, 24 de julio de 2012




Apuntes sobre RAGNARÖK 

     Mi proyecto de Tótem derivado de una máscara de Diablito Sucio panameño avanza. Pero, lógicamente, me genera problemas logísticos varios. En primer lugar –obviamente- el espacio. Mientras trabajo en ella, la obra se mantiene fragmentada, componiendo y estructurando por separado los personajes que finalmente se apilarán uno sobre otro. O sea: ocupo un triple espacio. Y después me encuentro con el problema que hoy me genera más molestia: la diversidad de ángulos de observación. Para empezar, la originaria máscara va a tener que tener “espalda” y no un hueco para la cabeza del presunto usuario que ya no va a existir en su opción totémica. Y después, al ser una columna que posibilita se la observe en un radio de 360 grados, me encuentro constantemente descubriendo defectos y puntos ciegos en los que no reparé cuando trabajaba de frente o en un lateral. Ni que decir que cuando la ponga en altura nuevos ángulos (desconocidos) me van a saltar a la vista.





     No menciono lo complicado que es trabajar en algo que tiene tantos planos cruzados. Muy lindo en teoría que las viboritas vayan para todos lados, que los dientes caigan perpendiculares cortando líneas imaginarias, que los bracitos del mono se extiendan expresivos y que los dedos tengan uñas largas que amenacen en distintas direcciones. Pero tratar de pintar entre tantas aristas y puntas divergentes es fastidiosamente complicado y me genera una mayor lentitud que la que me es natural.






     Por eso opté parar y dar aire y maduración. Hoy oficialmente dejo de trabajar en la cabeza del león-medusa y en mi monito Gagool para abocarme exclusivamente al animal intermedio: un búho- oráculo (todavía no lo tengo muy perfilado). Opto por dar por concluida una primera etapa y postergar al montaje de los tres cuerpos a los detalles finos y a la armonía final del conjunto.






    La cuestión, claro, es donde dejo a buen reparo al león-medusa y al monito para que no se “accidenten” (que mi obcecada gata no mastique las cabezas de las serpientes –que ya lo hizo- ni se empeñe en enganchar con sus uñitas la soga que remata la melena leonina –que tiene evidentes ganas de hacer-). Como esquizofrenica no catalogada oficialmente pero no por ello menos real, una de mis voces me comenta:
-Con tu ritmo, el tótem te lo ponen de lápida en la tumba y tus servilletas de papel, por muy absorventes que las publiciten, no van a sobrevivir a la primera lluvia. 
-¿Lluvia?- repite una segunda voz, la que intuyo usa anteojos y es demasiado racional aun en el desvario -La mera humedad de Buenos Aires derrumba al mono antes de que se asiente la tierra. Mas te vale invertir en una bóveda y asegurarte que tenga control de temperatura y humedad. No tendrás tu galería ni dirigirás un museo pero podés aplicar todos tus conocimientos de curaduría en la Chacarita. Algo es algo.





     Graciosas y molestas las dos. Pero pienso que la humedad es un tema del que no puedo evadirme. Voy a laquear con barniz esta primera etapa para da darle mas durabilidad independientemente de que barnice todo de nuevo al final, ya que ciertamente todo el proyecto me va a llevar bastante tiempo sobretodo porque estoy trabajando en otras cosas a la vez. Pero un lugar seguro para la espera es un punto difícil de solucionar. Yo misma voy a tropezarme y destrozarlo cuando lleve y traiga cosas de un lugar a otro de mi taller. 
-Tal vez debés perdurarla como máscara –dice la más amable y solícita de mis voces, a la que realmente le tengo afecto -y colgarla en la pared hasta que armés el tótem y trabajés todo junto.
No es mala idea. Un clavo alto en la pared la pondría a salvo de mí y de la gata.




     No acostumbro fotografiar mi trabajo inconcluso, pero empiezo a hacer concesiones con esto del blog. Siento que si parloteo sobre una obra pero no permito que el eventual oyente (lector en este caso) de mi divague la visualice corro el riesgo de que me tome por más loca de lo que realmente estoy.





Creo que mi monito sí se parece a la Gagool de Haggard. La malignidad quizá no sea tan marcada en la mirada (mi monito es simpático, creo; a mi me despierta simpatía al menos) pero las manos sí se aproximan al relato. Son bastante amenazantes. En la mano derecha va a sostener una calavera (a lo Hamlet), pero vengo fracasando en el diseño. La que hice tapa demasiado los dedos y la expresión gestual, por lo que voy a rehacerla más chica o más “etérea” o sugerida. No sé. Con mi búho me despejo un poco y veo que surge.





     He tenido bastantes miradas escépticas cuando me aboco a mi máscara-totem. Un tácito: “¿no estás perdiendo el tiempo haciendo eso?” Toda mi seriedad en indagar sobre las herejías y la sangrienta saga de la inquisición también la aplico en mis juegos tribales y mi pasión por lo sincrético. 

      Así que a mis eventuales y escépticos críticos les tiro por la cara un recorte periodístico de hace un par de meses de una muestra en Paris. Transcribo parte:

  “En la Amazonia peruana, en Liberia, Corea o Estados Unidos, el chamán cura, se comunica con los espíritus y pone orden en el caos del universo. Ahora, una exposición insólita en el Museo Quai Branly de Paris le rinde tributo y lo hace dialogar con el arte contemporáneo. Bautizada Los amos del desorden, la muestra en el liadísimo museo parisiense dedicado a las culturas no occidentales se centra en el papel del chamán a través de las épocas, examinando su influencia y su poder en las sociedades tribales. (…) (Jean) Loisy, curador de la muestra, explicó su decisión de ´hacer dialogar el chamanismo con el arte contemporáneo´ para demostrar que en todas las épocas, chamanes, artistas y antropólogos se plantean interrogantes similares sobre el ser humano, la vida, la muerte. (…) Al mismo tiempo, ´las obras contemporáneas incluidas en la muestra son testimonio de que las cuestiones ancestrales que se planteaban y se siguen planteando los chamanes en todo el mundo tienen una resonancia actual´, dijo Loisy. ´El artista, como el antropólogo, explora las cuestiones intemporales de la condición humana´, afirmó el historiador del arte… (…) Obras de artistas como Jean-Michel Bsquiat, cuya obra fascinante y compleja se nutrió del vudú y de la cultura de su padre haitiano, y del alemán Joseph Beuys, que una vez después de un accidente fue curado por chamanes, figuran en la muestra, que incluye también piezas de arte prehispánico, estatuas de la época faraónica y esculturas africanas y asiáticas. ´Desde el principio de la aventura del hombre, las mismas preguntas animan el soplo creador de grandes artistas´, resumió el antropólogo Bertrand Hell, consejero científico de la exposición y autor del libro Los maestros del desorden, que da nombre a la muestra. ´Al hacer dialogar obras contemporáneas con objetos etnográficos quisimos provocar asombro y una mirada más profunda sobre cómo esas preguntas sobre el desorden y el control del caos y de la catarsis gravitan desde siempre sobre la conciencia humana´, concluyó el experto.-"

Ana María Echeverria – Fuente AFP, La Nación, 14 de abril de 2012.-








domingo, 22 de julio de 2012



     Y cuando parecía que ya estaba lista para acceder a espacios de prestigio y ser reconocida en un circuito más “selecto” del arte local, en realidad realicé las últimas muestras individuales que me permitieron hacer: Año 2002 Centro Cultural Sendas del Sol








2005 Centro Cultural Borges – Expo-artistas 05



   



2006 Centro de Convenciones de Monte Hermoso - Provincia de Buenos Aires







2006 Centro Cultural Borges – Expo-artistas 06



   



2007 Salón Blanco Palacio Municipal 9 de Julio - Provincia de Buenos Aires



   

     ¿Y después? No sé. Presenté carpetas, acudí a convocatorias, solicité espacios e inclusión en programas de exhibición, exactamente como venía realizando desde hacía más de quince años. Pero ya no me convocaban. Ya no me daban espacio ni fecha. Ya no encontraba acogida favorable a mis propuestas. ¿Qué pasó? ¿Tanto desmejoró mi trabajo? ¿Involucioné al extremo de volverme impresentable? ¿Cómo no me dí cuenta? ¿Cómo sigo creyendo que mi trabajo es auténtico, honesto y pasional? ¿Tan enajenada estoy que sigo viendo arte donde no hay más que material de descarte? Realmente no sé que pasó. 


      Pero la imposibilidad material de mostrar mi trabajo no me ha quitado el placer de seguir pintando. Eso no me lo quitaron al cerrarme tantas puertas en la cara sin ninguna explicación. Hay días en los que me prometo que cuando termine Ragnarök seguiré el criterio de muchos compatriotas y saldré a cortar una avenida de alto tránsito con toda mi parafernalia. Una muestra “piquete”. Una exhibición de protesta en la vía pública por no dejarme acceder a un sitio tranquilo, cerrado y de poco público. 

      Otros días soy pragmática y me digo para qué tanto escándalo. Una vez que la serie esté lista alquilo la galería más de moda y expongo lo que yo quiera. Con dinero todo se puede y el mas “probo” curador y el más estirado crítico tienen precio marcado si uno sabe donde buscar el tarifario.

     Puede que ninguna de esas dos opciones me interese en realidad. Puede que sólo se trate de pintar y que mis obras se amontonen en mi taller. Quién sabe y a quién le importa. 



“MUNDO: Te saludo. (…) Haz lo que quieras. Puedes devolverme el golpe. Puedes condenarme, burlarte de mí, insultarme, encerrarme en una cárcel, torturarme. PERO NUNCA PODRÁS VENCERME."

Arthur Rimbaud – Una temporada en el Infierno








sábado, 21 de julio de 2012

Año 1997: Café Montserrat, un café literario donde no sólo se exhibían obras de plásticos sino que también se daba amplio espacio a la literatura: lectura de poesía, presentación de libros, charlas con autores.





   

     A fines de ese año exhibí en la Galería de Arte del Hotel El Conquistador, un hotel de cuatro estrellas sobre Suipacha. Por esa época el equipo de primera de Velez Sarfield concentraba ahí. Me crucé durante el tiempo de la muestra con Chilavert. Ahí estuvo por primera vez mi Totem de latas de cerveza y lentejuelas. Fue muy pintoresco el contraste.








     En 1998 mostré en el Hall central del Cine Cosmos, también sobre Av. Corrientes. Hoy, lamentablemente, ese cine de arte se cerró definitivamente.






     Participé en 1999/2000 en eventos del proyecto de arte efímero La Vida es Sueño (eventos multi-artísticos que duraban sólo una noche). En 1999 en La Casona del Conde de Palermo





   


     En el 2000 en el mítico Café Tortoni


   



     Y en 2001 estuve con una obra, La Cuadrilla de la Langosta, en el stand de Argentores en la Feria del Libro de Buenos Aires











"Recuerdo que tenía un corazón alérgico a los pólenes. La muerte no existía. Éramos asquerosamente jóvenes." 

Serrat&Sabina La Orquesta del Titanic



      En 1995 me convocaron para exponer en La Manzana de Las Luces. Yo había dejado una carpeta con fotos de mis trabajos solicitando sala. Se ve que hubo una cancelación inesperada en el programa y me llamaron diciéndome que si podía montar la muestra en cinco días el espacio era mío. Obviamente aproveché la oportunidad (lo hubiera hecho aun de un día para el otro). Y armé Borgeanas by farnell, sólo dibujos con textos de Borges. Quedó muy bonita.




     La curadora del espacio me hizo una crítica muy alentadora, que se reprodujo en la revista Mecenas, que existía por entonces y que me contactó precisamente durante esa muestra.





      Pero el montar exhibiciones “serias” en espacios oficiales no me alejó de mi circuito off, y también colgué en el Bar Astral sobre calle Corrientes.





























      Y otra vez en Pernambuco.










     


      En 1996 arranqué mostrando en el Auditorio del Centro Comercial de Acoyte y Rivadavia. Un espacio interesante pero donde tuve mi primer acto concreto de censura: tras la inauguración descolgaron El Gato y La Metamorfosis del Vampiro, de Las Flores del Mal. Me entero por comentarios y cuando cuestiono a los responsables del lugar el argumento fue que durante las mañanas concurrían escuelas a charlas organizadas por la Editorial Kapeluz, y eran estos los que habían pedido que se quitara las obras porque “alborotaban” a los chicos.





























     Seguí con una muestra bien armada en Resistencia, Chaco. En el Taller de Artes Visuales de la 
Facultad de Arquitectura. Linda sala, mucho público, magnífica experiencia.








   



     Y acabé el 96 en otro bar: La Dama de Bollini. Ahí vendí Hora de Cierre.