martes, 24 de julio de 2012




Apuntes sobre RAGNARÖK 

     Mi proyecto de Tótem derivado de una máscara de Diablito Sucio panameño avanza. Pero, lógicamente, me genera problemas logísticos varios. En primer lugar –obviamente- el espacio. Mientras trabajo en ella, la obra se mantiene fragmentada, componiendo y estructurando por separado los personajes que finalmente se apilarán uno sobre otro. O sea: ocupo un triple espacio. Y después me encuentro con el problema que hoy me genera más molestia: la diversidad de ángulos de observación. Para empezar, la originaria máscara va a tener que tener “espalda” y no un hueco para la cabeza del presunto usuario que ya no va a existir en su opción totémica. Y después, al ser una columna que posibilita se la observe en un radio de 360 grados, me encuentro constantemente descubriendo defectos y puntos ciegos en los que no reparé cuando trabajaba de frente o en un lateral. Ni que decir que cuando la ponga en altura nuevos ángulos (desconocidos) me van a saltar a la vista.





     No menciono lo complicado que es trabajar en algo que tiene tantos planos cruzados. Muy lindo en teoría que las viboritas vayan para todos lados, que los dientes caigan perpendiculares cortando líneas imaginarias, que los bracitos del mono se extiendan expresivos y que los dedos tengan uñas largas que amenacen en distintas direcciones. Pero tratar de pintar entre tantas aristas y puntas divergentes es fastidiosamente complicado y me genera una mayor lentitud que la que me es natural.






     Por eso opté parar y dar aire y maduración. Hoy oficialmente dejo de trabajar en la cabeza del león-medusa y en mi monito Gagool para abocarme exclusivamente al animal intermedio: un búho- oráculo (todavía no lo tengo muy perfilado). Opto por dar por concluida una primera etapa y postergar al montaje de los tres cuerpos a los detalles finos y a la armonía final del conjunto.






    La cuestión, claro, es donde dejo a buen reparo al león-medusa y al monito para que no se “accidenten” (que mi obcecada gata no mastique las cabezas de las serpientes –que ya lo hizo- ni se empeñe en enganchar con sus uñitas la soga que remata la melena leonina –que tiene evidentes ganas de hacer-). Como esquizofrenica no catalogada oficialmente pero no por ello menos real, una de mis voces me comenta:
-Con tu ritmo, el tótem te lo ponen de lápida en la tumba y tus servilletas de papel, por muy absorventes que las publiciten, no van a sobrevivir a la primera lluvia. 
-¿Lluvia?- repite una segunda voz, la que intuyo usa anteojos y es demasiado racional aun en el desvario -La mera humedad de Buenos Aires derrumba al mono antes de que se asiente la tierra. Mas te vale invertir en una bóveda y asegurarte que tenga control de temperatura y humedad. No tendrás tu galería ni dirigirás un museo pero podés aplicar todos tus conocimientos de curaduría en la Chacarita. Algo es algo.





     Graciosas y molestas las dos. Pero pienso que la humedad es un tema del que no puedo evadirme. Voy a laquear con barniz esta primera etapa para da darle mas durabilidad independientemente de que barnice todo de nuevo al final, ya que ciertamente todo el proyecto me va a llevar bastante tiempo sobretodo porque estoy trabajando en otras cosas a la vez. Pero un lugar seguro para la espera es un punto difícil de solucionar. Yo misma voy a tropezarme y destrozarlo cuando lleve y traiga cosas de un lugar a otro de mi taller. 
-Tal vez debés perdurarla como máscara –dice la más amable y solícita de mis voces, a la que realmente le tengo afecto -y colgarla en la pared hasta que armés el tótem y trabajés todo junto.
No es mala idea. Un clavo alto en la pared la pondría a salvo de mí y de la gata.




     No acostumbro fotografiar mi trabajo inconcluso, pero empiezo a hacer concesiones con esto del blog. Siento que si parloteo sobre una obra pero no permito que el eventual oyente (lector en este caso) de mi divague la visualice corro el riesgo de que me tome por más loca de lo que realmente estoy.





Creo que mi monito sí se parece a la Gagool de Haggard. La malignidad quizá no sea tan marcada en la mirada (mi monito es simpático, creo; a mi me despierta simpatía al menos) pero las manos sí se aproximan al relato. Son bastante amenazantes. En la mano derecha va a sostener una calavera (a lo Hamlet), pero vengo fracasando en el diseño. La que hice tapa demasiado los dedos y la expresión gestual, por lo que voy a rehacerla más chica o más “etérea” o sugerida. No sé. Con mi búho me despejo un poco y veo que surge.





     He tenido bastantes miradas escépticas cuando me aboco a mi máscara-totem. Un tácito: “¿no estás perdiendo el tiempo haciendo eso?” Toda mi seriedad en indagar sobre las herejías y la sangrienta saga de la inquisición también la aplico en mis juegos tribales y mi pasión por lo sincrético. 

      Así que a mis eventuales y escépticos críticos les tiro por la cara un recorte periodístico de hace un par de meses de una muestra en Paris. Transcribo parte:

  “En la Amazonia peruana, en Liberia, Corea o Estados Unidos, el chamán cura, se comunica con los espíritus y pone orden en el caos del universo. Ahora, una exposición insólita en el Museo Quai Branly de Paris le rinde tributo y lo hace dialogar con el arte contemporáneo. Bautizada Los amos del desorden, la muestra en el liadísimo museo parisiense dedicado a las culturas no occidentales se centra en el papel del chamán a través de las épocas, examinando su influencia y su poder en las sociedades tribales. (…) (Jean) Loisy, curador de la muestra, explicó su decisión de ´hacer dialogar el chamanismo con el arte contemporáneo´ para demostrar que en todas las épocas, chamanes, artistas y antropólogos se plantean interrogantes similares sobre el ser humano, la vida, la muerte. (…) Al mismo tiempo, ´las obras contemporáneas incluidas en la muestra son testimonio de que las cuestiones ancestrales que se planteaban y se siguen planteando los chamanes en todo el mundo tienen una resonancia actual´, dijo Loisy. ´El artista, como el antropólogo, explora las cuestiones intemporales de la condición humana´, afirmó el historiador del arte… (…) Obras de artistas como Jean-Michel Bsquiat, cuya obra fascinante y compleja se nutrió del vudú y de la cultura de su padre haitiano, y del alemán Joseph Beuys, que una vez después de un accidente fue curado por chamanes, figuran en la muestra, que incluye también piezas de arte prehispánico, estatuas de la época faraónica y esculturas africanas y asiáticas. ´Desde el principio de la aventura del hombre, las mismas preguntas animan el soplo creador de grandes artistas´, resumió el antropólogo Bertrand Hell, consejero científico de la exposición y autor del libro Los maestros del desorden, que da nombre a la muestra. ´Al hacer dialogar obras contemporáneas con objetos etnográficos quisimos provocar asombro y una mirada más profunda sobre cómo esas preguntas sobre el desorden y el control del caos y de la catarsis gravitan desde siempre sobre la conciencia humana´, concluyó el experto.-"

Ana María Echeverria – Fuente AFP, La Nación, 14 de abril de 2012.-








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