No es que me enfurezca sólo por otro condicionamiento más de “desnudos no”, que se traduce en mi actual imposibilidad de exhibir mi trabajo. Me subleva intelectualmente mi incapacidad de comprender qué pasó, dónde se hizo el click que me volvió totalmente inaccesibles los espacios de arte de Buenos Aires.
No hace dos días que me dedico a esto. Ni es la primera vez que trato de exhibir. Ni que no sepa de qué va la cosa. Empecé hace siglos (de hecho, en el siglo pasado), mostrando mi trabajo en bares y confiterías. Hice todo el caminito y subí de a uno todos los peldaños que conforman el consabido “derecho de piso”. Llevo más de veinte años en esto. ¿En que momento me cambiaron las reglas y me dejaron al margen, sin chance siquiera de entender de qué va el juego? ¿Involucionó mi obra o se pacatizó el entorno? ¿Qué hice? ¿Qué pasó sin que me diera cuenta?
Allá por 1990 arranqué en una confitería de la Provincia de Buenos Aires, en el Café París de Lomas de Zamora.
Antes de eso me había limitado a participar de concursos (con muy poco éxito) y salones colectivos. Pero a partir de La Muerte del Rey de Copas y de bancarme el recortarme en un estilo propio (que en mi entorno tuvo una muy despectiva acogida), me animé a mostrar lo mío solito, teniendo en claro que mi “diferencia” a lo por entonces aceptado requería que se la apreciara en conjunto pero en exclusiva.
Salté a un bar en Capital, Confitería Safari (1991) en Scalabrini Ortiz y Santa Fe. Para exponer en las confiterías no te pedían el pago de ningún tipo de derecho o arancel (que no hubiera podido pagar entonces) pero sí entregar una obra en “donación”. Era la forma de empezar a mostrar.
La Galería de Arte Tokio (espacio privado) sí tuvo un costo para el espacio dentro de un evento con varios artistas. Valía la pena la inversión para acceder a un público más “conocedor” que el habitué de los bares. Chicas sin ropa y ningún problema en el 93 también.-
Para compensar tanta exhibición “popular” invertí en muestras más “elitistas”: una exhibición conjunta con otros artistas en Arbos Arte – Sala de la Actualidad (1994) donde te presentaba un crítico de arte que escribía en Actualidad. Tenías que pagar un arancel pero obtenías una crítica firmada. En esa época me decían que eso era “importante” para tu currículum.
JORGE LUIS BORGES
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