sábado, 13 de octubre de 2012




     Es necesario hacer lugar. O mudarme Pero no se puede seguir así. Trabajando alegremente (alegremente quiere decir que bailoteaba posesa al son de la música estridente que hacia retumbar las paredes) en mi La Santa Inquisición II tropecé con una caja y me fui al suelo, derribando conmigo el caballete, la obra en que trabajaba, y el otro caballete que tiene (o tenía) atado un soporte de cartón donde están sujeta dos láminas que no me decido si sigo o no. 

      Por suerte todo cayó aparatosamente para la derecha porque de caer hacia la izquierda hubiera derribado a mi Tótem de papel y no creo que este hubiera sobrevivido. Todo el derrumbe volvió a poner en evidencia (de-nue-vo) mi falta de espacio. 

      Enardecida amenacé a los cielos y a los hados que iba a hacer limpieza y salté feroz sobre la caja que había iniciado la hecatombe. Pero cuando la abrí para ver que era y tirar todo a la basura encontré unas viejas carpetas con manuscritos. Propios y ajenos (es que yo guardo todo). Alguna vez había dicho que iba a organizar esos escritos para intentar después publicarlos. Junté cosas de varios autores vocacionales ganados por la “vida civil”, obligados a tener que trabajar de cualquier cosa por necesidad, y me dije que en cuanto pudiera haría justicia editorial. Pasa el tiempo, me distraigo en otra cosa, y acumulo proyectos para cuando tenga cinco minutos de tiempo.

      Y ahí estoy, montones y montones de cosas a mi alrededor, valiosas para mi, pero que me quitan espacio. Obviamente no puedo tirar todo eso. Pero pensé que tal vez podría hacer lo que estoy haciendo con mis diarios: subirlos a la web. Los voy transcribiendo con la excusa de subirlos a un blog y los guardo en un pen-drive y en el cosmos cibernético. Tiro papel y gano espacio. 
 -No vas a tirar nada- afirma con incredulidad una de mis voces. -Son manuscritos, tu alma de bibliotecaria te va a hacer conservarlos. Y los que están tipiados tienen anotaciones de los autores. Todo eso va a seguir dando vueltas y estorbando por acá. 
-Pero al menos los va a acomodar en el intento- dice conciliadora otra de mis voces- y en una de esas los saca del taller y los lleva a la biblioteca. 
-¿A la biblioteca que está a punto de derrumbarse por el peso?- acota escéptica y malintencionada. Reconozco que es la de anteojos- Vamos a amanecer un día aplastadas bajo el peso de sus libros. 

     Si se derrumbara la biblioteca, que está en el primer piso pero en el otro extremo de la casa (de hecho sobre el dormitorio), mi taller sobreviviría pero seguiría siendo escaso a mis necesidades. Sospecho que la única solución es mudarlo a otro lugar, pero carezco de medios al día de hoy para poder hacerlo. Y obviamente no voy a dejar de pintar hasta que pueda alquilar o comprar un sitio donde tenga espacio para hacerlo. Así que voy a tratar sólo de hacer un poquito de lugar sacando papelerío literario (aunque sólo lo saque de ahí para subirlo a mi otro sitio atestado). Vinculo este blog con Trastienda Literaria – Letras Ajenas & Literatura Amateur. Ahí voy a ir subiendo lo que he venido acumulando estos años y sospecho que lo que seguirá llegando a mis manos. Tiendo hacia lo excesivo, siempre. Adhiero al demasiado de todo.







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