Por ahí iba la idea de customizar el
nombre de este blog (sí, es evidente la influencia de la investigación sobre el fileteado porteño que estaba
haciendo para el soporte de mi Caballito
de Carrusel). Pero entre que me
equivoqué de fecha de aniversario y que no me convence mucho el resultado,
como tantas otras cosas, ha de quedar dando vueltas sobre mi tablero. A otra cosa, mariposa.
Hoy me
hice cargo de mi obligación de ir a recuperar las obras cuando vuelven de sus
viajes y –más de un año después- traje nuevamente a casa a la Serie
de Hondius tras su participación en la ArtExpo New York 2015. Verlas al cabo de todos estos meses hace que
las encuentre un poco más gratas, pero siguen siendo unas obritas que no me
terminan de gustar. Allá irán, a algún rincón
de mi taller, al aguardo de su destino.
No voy a enmarcarlas para exhibirlas en estas tierras. Insisto: no me terminan de gustar.
Alguien
me preguntó ayer dónde estaba la obra que se reproduce en el número 31 de la Revista Crepúsculo, El
Testigo, de la serie Borgeanas. Tardé casi un día en poder responder, pero al
fin me acordé: está en un hostel en San
Martin de Los Andes, Neuquén.
¿Ves? No es del todo cierto que
soy completamente dispersa y descuidada con el paradero de mis obras. Tardo un poco, pero finalmente llego.
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