Crónicas
equinas (y sus derivados felinos).
Acabé el
pie de la barra de sostén de mi Caballito de Carrusel. Revive la estética de las calesitas de mi
infancia, con su fileteado colorido levemente recargado. Sólo resta conseguir una laca que no amarillee
y que sea lo suficientemente resistente como para invulnerabilizar la pieza
para los eventuales traqueteos de una muestra.
Pero tanto
para el pie como para el Caballito en sí, las lacas que
compré me generan profunda desconfianza.
Respecto del pie, que es preponderantemente de telgopor, temo que un
barniz pesado pueda corroerlo al punto de destruir la estructura. Y ya que el Caballito tiene algo de
enduído plástico, me surgen dudas sobre la reacción a algunos productos que eventualmente
hagan que el material se reseque y desprenda, arrastrando en su caída al
papel. O sea: necesito probar los
barnices antes de aplicarlos sobre una superficie similar pero cuya posible
destrucción no me preocupe.
En otros
casos podría probar en pequeñas superficies del trabajo y arreglarlo si una
mala reacción lo deteriora. Pero el Caballito
es demasiado grande y demasiado frágil, y una mala jugada de los materiales
puede arruinar su precaria entidad Así
que decidí componer algo similar pero a pequeña escala para usar de mojón de
prueba.
Agarré
tres rollos de cartón de papel de cocina, dos de papel higiénico y una capsula
de plástico de las que traen las sorpresas dentro de los huevos Kinder Max –los de Pascuas-, más un
envase de las mermeladitas de desayuno de hotel y un sorbete. Amontoné todo, empasté papel con cola diluida, y estructuré un gato.
Voy a recubrirlo con una mezcla de enduído,
cola y agua, y luego algo de pintura.
Una versión gatuna de mi Caballito. Y sobre mi nuevo felino experimento, probar
los acabados, barnices y lacas marinas, qué, de funcionar, serán la definitiva
última etapa de mi Caballito de Carrusel.
Que lindo!!!
ResponderEliminarGracias Daniela!!
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