martes, 4 de julio de 2017







     Me quedé con la sensación de que algo estaba mal, sin poder en ese instante precisar qué era lo incorrecto.  Después, como se sabe, la vida sigue y arrasa y uno se deja llevar a los empujones y más o menos todo lo importante queda postergado para mejor oportunidad.

     Quiso el destino que cuando pude parar y tomarme un bache de cinco minutos y un café de Starbucks para pensar en esa sensación de disgusto me encontrara circunstancialmente acompañada.  Y que cometiera el error de manifestar en voz alta mi incertidumbre.

-Antiguo- definió por mí, como si me interpretara con facilidad. –Lo que te molestó fue que todo resultara tan viejo, visto y deslucido.

-Me gusta lo antiguo- respondí por reflejo, más para contradecirlo en defensa propia que por considerar su síntesis como equivocada.

-Te gusta lo clásico, no lo antiguo.  Lo demodé te aburre –me reprende y aunque tenga razón le contesto con un gesto de disgusto.  No es justo que me conozca tanto.  Sigue sin hacerme caso: -Montar una exhibición como se hacía hace cuarenta años es hoy imperdonable.  Desperdiciar las ventajas que aporta la tecnología para volver atractivo un evento es claro síntoma de estupidez.  O de ignorancia, lo que viene a ser lo mismo:  hoy no cuesta nada aprender, tenés recursos de sobra a la mano.  El off line no puede estar escindido del on line.  Lo mejor de los dos mundos, ¿por qué privarse de nada?


     Trato de elaborar un argumento para rebatirlo, pero no encontré letra coherente que esgrimir.  Por principios no puedo darle la razón en público y de primera.  Pero era exactamente eso lo que me había molestado: todo estaba bien, todo era correcto, todo era como se hacía en los ochenta cuando yo empecé a moverme por el mercadillo suburbano del arte.  Pasó demasiado tiempo, el mundo es otro mundo, y seguir colgando como se hacía entonces es antiguo.  No clásico sino simplemente viejo.  Aburrido.  Veo su sonrisa satisfecha porque mi silencio es el más contundente reconocimiento de su sapiencia y me dan ganas de pegarle. 










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