¿Por qué
permitimos que los estúpidos nos afecten?
No sé, es una falla –imperdonable-
en nuestra educación. Será que todavía
somos esa niñita vulnerable que busca afecto en todos los sitios equivocados,
tan necesitada de aceptación, de pertenencia.
Será que dejamos algún hueco en nuestra armadura, como el mentado talón
que descuidó Aquiles. Será que la genética
femenina predispone al sentimentalismo y resulta imposible imponer a rajatabla
la razón. Porque los estúpidos serán
siempre estúpidos, no debería quedarnos esperanza de que alguno de ellos
evolucione, y comprenda, y ante las infinitas posibilidades que hemos desperdiciados
con ellos, una vez -¡una vez!- nos retribuyan con un centavo de lealtad. Pero no.
Los estúpidos serán siempre estúpidos.
Y se acabó.
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