Work in progress
(en el momento exacto del desborde y la caída en banquina)
Estaba
claro que podíamos demorarnos en cualquier cosa (como trabajar el rostro y el cabello con lapiceras de gel bajo la
promesa de acabarlo luego al óleo).
Había arrancado sobre una cartulina de color ya usada (¡con un mandala!) y parte del juego era
diseñar esquivando el fondo para evitar toda sospecha de re-uso. Hasta ahí bien. ¿Qué necesidad había de agregarle ahora
esmalte de uñas?
Eran
restos de esmalte, de los lindos, de esos con brillitos. No podía decidirme a tirarlos a la basura, ya
que no alcanzaban para pintar ni tres uñas.
Pero no puedo tirar nada y entonces era lógico que esos restos fueran a
parar a la lámina sobre la que estoy trabajando…
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