La totalidad de las imágenes que se reproducen en este blog corresponden a obras de mi autoría.
martes, 31 de octubre de 2017
lunes, 30 de octubre de 2017
¿Está
mal que a mi edad (¡tengo demasiados
años!) ya no tenga ganas de hacer lo que debo y priorice hacer lo que
quiero? Aunque ni siquiera eso, no puedo
hacer lo que quiero pero me niego a hacer lo que debo. Que mal…
Es
como una rebelión inconsciente. Acato
horarios, me dispongo a cumplir con mis obligaciones civiles (ganar el pan con
el sudor de la frente y todo el dichoso karma de bienaventurados los que sufren y
sufren y sufren…), me resigno al destino y nada. El cerebro no me
funciona. Vengo, tributo mi tiempo al deber y lo desperdicio en la más absoluta
inacción. ¿Por qué? Porque quisiera estar en otro lugar, haciendo
otra cosa. Pero no puedo. Y mi cabeza y mi cuerpo se han declarado en
boicot. Nada. Hoy soy incapaz de hacer nada. El deber tendrá muy buena prensa pero no
tiene ningún poder sobre el maremágnum de mi hastío. Que mal comienzo de semana…
viernes, 27 de octubre de 2017
“…La
vida me ha enseñado que tengo un mecanismo insertado en algún lugar impermeable
a la experiencia que me impide hacer cuanto pudiera redundar en mi provecho y
me fuerza a seguir los impulsos más insensatos y las más nocivas tendencias
naturales…”
Eduardo
Mendoza, El laberinto de las aceitunas, Editorial
Planeta SA, Barcelona, 2014, página 173
Hoy traje
de regreso a casa a mi Caballito de Carrusel. Considerando que estuvo doce días a la
intemperie, que en ese período hubo un par de tormentas y que anoche y esta mañana
llovió duro y parejo, ha sobrevivido la experiencia. Una de sus patas se deterioró un poco,
algunas crines se saltaron y el pie (que
ya estaba chueco e inestable desde antes de irse) debe ser reconstruido
totalmente. Pero, pese a eso y dadas las
circunstancias, mi Caballito está muy bien.
Quedará
en la mesa de mi taller un par de días (primero
para que seque, después para recauchutarlo un poco, sobre todo porque lo
extrañé bastante y quiero tenerlo a la vista antes de volver a enclaustrarlo en
un baño para que no estorbe). En contra
de todo sentido común y derrotando los agoreros pronósticos -que fueron muchos- la aventura
de mi Caballito en el Hipódromo
de Palermo ha sido muy satisfactoria.
jueves, 26 de octubre de 2017
miércoles, 25 de octubre de 2017
Avances
de final de tarde.
Estructuramos el corpiño y las caderas con las soguitas que fungen de
manijas de las bolsas de cartón de las tiendas
y con más rollo de cocina la cabeza:
Agregamos
la nariz con cartón antes de momificarla con cinta de papel:
Y
aprovechando la soleada tarde de primavera, que permite que la carta pesta
seque y pueda agregarse el acrílico para fijar y delimitar con color, la Sirena del Zapato va tomado
forma:
Buscando
otra cosa encontré una horma de zapato de telgopor. Si mal no recuerdo,venía de
relleno de una sandalia de tiritas; debiera haber dos pero la otra no apareció.
Y conforme a mi lógica, no pude dejarla en paz.
Con otro
pedazo de telgopor a guisa de taco, la plantilla con una hoja de carpeta
cuadriculada y el aro vacío de una cinta de papel, estructuré una especie de
bota:
Agregamos
un voladito de tela
Y algo de
pintura para un primer posicionamiento de zonas
Siguiendo
mi razonamiento, la bota es un “pie”
ideal para otra de mis chicas de Rollo de
Cocina. Pero a manera de mascarón de
proa, emergiendo del talón y del taco. Y
al asociar con barcos mi chica tenía que tornarse (de verdad, es muy lógico a mi manera de ver) en una sirena. Y para ese lado fuimos con los rollos y las
servilletas de papel:
¿Cuál es el plan con todo esto? Ningún plan.
Estoy jugando. Puede salir bien o
un nuevo mamarracho que irá a la basura o a un rincón con los inconclusos. Pero de momento, juego.
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