“Dicen
que quien contempla el mundo desde las alturas ve a sus congéneres cual si
fueran hormigas y que esta ilusión óptica hace sentir omnipotente al que la
experimenta, en vez de sentirse, como manda la lógica, horrorizado al descubrir
que es el último ser normal en un universo de insectos repulsivos.”
Eduardo
Mendoza, El Laberinto de las Aceitunas, Editorial
Planeta S.A. Barcelona 2010, página 73.
Puntos de
vista. Desde arriba –como suelen mirar
los que todo critican- o desde la misma línea de horizonte. Todo es tan relativo…. “Quién hubiera dicho que ibas a encontrar
lugar donde mostrar tu armatoste”, me dice, y no contesto nada porque
es cierto, yo misma veía dificultoso hallar sitio apropiado. Al mismo tiempo tengo que discutir la conveniencia
de las ferias (en las que creo)
contra el oportunismo de los salones nacionales donde figuren como jurado los contactos
convenientes (en los que no creo) y
el “deber estratégico” de presentar proyectos donde el sponsor de turno cubra los costos de realización de eso que si no nos pagan no haríamos (lo que ni siquiera intento).
¿Quién sabe
cuál es la verdad?, y, lo más importante, ¿a quién le importa? Me aburro de decir siempre lo mismo: lo
siento, valoro los consejos llenos de buenas intenciones y ajenas
opiniones. Pero, no. Las cosas las voy a seguir haciendo a mi
manera. “Te lo agradezco, niña, pero no…” canta Sanz.
¿No se
supone que el artista brega toda su vida por definir su voz personal, su manera
de decodificar el misterio del arte, su estilo, su impronta, su definitiva individualidad? Si el artista hace hoy
lo que le dice el publicita, mañana lo del relacionista público, pasado lo de su community manager, y siempre lo que
indica el galerista, que sabe porque es el que factura, ¿de quién es la voz? Un
coro –ajeno-, con suerte; un barullo ensordecedor e inentendible con toda seguridad.
A veces me pregunto si esas personas tan
seguras de todo, tan preclaras, tan convencidas de sus certezas para hacer lo
que sea y de la mejor manera, por qué no hacen algo. Porque la mayoría de las que conozco y que están prestas
a decirme cómo hacer las cosas, en concreto, nunca las he visto hacer nada.
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