Finalmente
Caballito
de Carrusel va a tener su primera (y
puede que última) exhibición pública.
Y para que eso se concrete con un mínimo de seguridad, (léase: sobreviva un rato al aire libre, al
menos para fotografiar y documentar la experiencia), es necesario reforzar
el pie, darle peso para que el viento no lo doblegue, y agregar más laca preventiva
a la humedad proverbial de Buenos Aires.
Nuevamente, mi Caballito vuelve a ocupar la mesa de
trabajo de mi taller y obliga a los ajustes específicos para su debut ante el
espectador. Hubo que partir el pie para darle peso y asegurarlo, tengamos fe
que quede lo suficientemente sólido.
Mañana debería estar armado otra vez y tener margen de secado suficiente para que el
próximo viernes viaje a su lugar de exhibición. (Guardo
silencio ante el verdadero quid de la cuestión:
cómo trasladarlo desde Lanús hasta el Hipódromo de Palermo. ¡Linda cuestión! Me reiría, o me dejaría ganar por el pánico, o
ambas cosas, si no fuera que estoy muy ocupada con el barniz.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario