viernes, 28 de diciembre de 2018







     Un escueto mensaje de texto suena como un grito.  Me recuerda las deadlines, y más que recordatorio es una recriminación.  Probablemente sospeche que las tengo muy en mente y que, lánguida e intencionalmente, las dejo pasar.  Algo de eso hay.  Timing, digo, hasta para el desastre. 

     Después me llueven los reenvíos de los mails de últimos avisos y las prórrogas: 





















     Si, lo tengo en claro, pero estoy muy cansada para presentar postulaciones en estos días.  O no.  Puede que esté demasiado entretenida recuperando el placer de las acuarelas con un estrafalario sucedáneo de pincel que carga agua que pusieron en mis manos esta Navidad…














     

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