martes, 7 de agosto de 2012

   

     Terminé La Santa Inquisición. Siempre hay un exceso de adrenalina y euforia cuando firmo una obra, una satisfacción física a la vez que un placer intelectual. Después viene el bajón, cuando uno se aparta y empieza a preguntarse si tantas expectativas están justificadas realmente. Ahí es cuando empieza a jugar el otro, la valoración que obtenga la obra independientemente de uno. Ella sigue sola su caminito y con el tiempo puedo mirarla de otra manera, totalmente libres una de otra, y ahí juzgarla más fríamente, sin sentimientos personales. La Santa Inquisición tiene que distanciarse de mí ahora y valerse sola. Después nos reuniremos otra vez. 

     Pero en este caso se complica. Difícilmente la vean. No es probable que –aun independientemente de mi problema con los galeristas y espacios de arte porteños- acepten exhibirla en algún lado. 
  -¿No es “probable”?- repite una de mis voces con sorna.- Es definitivamente imposible que alguien en su sano juicio la cuelgue. 
-Es como el basilisco que vive en el desierto o el desierto existe porque ahí vive el basilisco. No cuelgan a La Santa Inquisición porque la pintó ella o a ella no la cuelgan por haber pintado La Santa Inquisición- acota la otra voz, con satisfacción. A mi hace más de cuatro años que no me cuelgan en ningún lado. Punto.    Ahora les doy un justificativo para su mala leche retroactiva Y de todas maneras La Santa Inquisición refleja exactamente lo que quiero contar en Ragnarök. La sádica y perversa contradicción, el desprecio a la vida, la impiedad ideológica, la sin razón, la mentira institucionalizada. Y como revancha privada a la misoginia eterna de Roma, la iglesia católica es para mí invariablemente una mujer. 

      Esta es La Santa Inquisición:






Sobre la nómina de herejes en el fondo de La Santa Inquisición.

     Ya escribí hace tiempo sobre mi búsqueda de los nombres de personas asesinadas por la iglesia en las hogueras públicas y bajo acusación de herejía. Me llevó tiempo y energía recolectar nombres suficientes para completar el fondo de la obra, cosa extraña ya que habiendo sido tantas las personas ejecutadas en el fuego debería haber muchos nombres dando vueltas por ahí. Pero no los hay; al menos a mi me ha costado mucho compilar unos pocos. Como explicación pausible, puedo recordar la táctica de los monjes copistas en el medioevo que “seleccionaron” la versión que de la historia antigua debía llegar a las generaciones venideras. La iglesia de Roma siempre ha sido afecta a decirnos que información es “apta” para nosotros y que cosas deben borrarse de los registros. Puede que sea solo una mala interpretación mía, fantasías de mi exuberante imaginación. Pero como no tengo porque ser “justa” ya que soy también una hereje, prefiero insistir en mi error y volver a transcribir los nombres de las victimas que intenté preservar en LSI. Nombres reales de personas reales que fueron víctimas reales de la ignorancia y el abuso de poder de la iglesia católica.




Guillaume Belibaste Pedro de Bruys Corba de Perelha Gabriel Malagrida Raimond Fabre Robert Farrar Pierre Raimond Fray Silvestro de Pescia Rafel Benet Jacques Autier Thomas Cranmer John Wycliffe Patrick Hamilton





Jacques de Molay Vigoroux de la Bacone William Tyndale Godofredo de Charnay Arnaldo de Brescia Jan Hus Hugh Latimer John Frith Juan Fernando Abolafia Gherardo Segalelli Rafel Valls Guilhermina Aicart Pietro d´Abano Prades Tavernier





Pierre Autier Savonarola Diego de Susan Giordano Bruno Philippe d´Alayrac John Rogers Pierre Sans Michael Sattler Bertrand den Marti Amiel de Perles Guilhem de Lahille Cayetano Ripoll Sibille den Baille








   
Jeanne d´Arc Esclaramonde de Perelha Manuel Sauli Menocchio Pons den Baille Fray Domenico






  Pedro Fernández Benadeva Brezilhac de Cailhavel






SAN AGUSTIN: "LOS HEREJES, PAGANOS Y JUDIOS SE QUEMARÍAN POR SIEMPRE EN EL FUEGO ETERNO A MENOS QUE CUMPLAN CON LAS LEYES DE LA IGLESIA CATOLICA."



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