domingo, 10 de julio de 2016


1592 - Serie Cartográfica




    Uno arranca el día muy gratificado cuando recibe el comentario de un distante desconocido sobre su obra:


     Y aunque sea una afirmación estúpida y sin fundamento, una crítica  en francés suena mucho más linda.  Merci a quién corresponda. Inicio de inmejorable buen humor.





     Después uno sigue la rutina de cualquier domingo y acaba enredado en la discusión de siempre: lo único que sirve es tener contactos, el intercambio de favores, la sociabilización por conveniencia.  Y peco de ser simple y sólo me cabe preguntar ¿Cuánto sale la tapa de la revista de La Nación?,  pregunta hecha con el único interés de saber si puedo pagar el precio.  Porque a intercambio mercantil prefiero ir directo a la fuente y no perder el tiempo ni las comisiones en intermediarios.

     Fastidio total.  Siguen siendo dos planetas en órbitas distintas.  ¿Para qué hacerse malasangre –aunque sea inevitable- si total las cosas son así y no van a cambiar por nuestro berrinche?  Están los artistas “consagrados”, llenos de hábiles contactos y con la marquesina asegurada, están los pichones que saben relacionarse a la espera de masacrar al que tiene momentáneamente por encima, y después estamos los idiotas, los que apostamos a que el arte es otra cosa.  Los que estamos tan por afuera del radio del radar que ni intrascendentes somos: directamente no existimos.

     Entiendo perfectamente el razonamiento de los que sostienen que el ámbito de difusión del arte, el “mercado”, es tan chiquito, que el abuso del acaparamiento por parte de los que tiene los contactos deviene en que nadie de la periferia tenga chance jamás de caer bajo las luces del centro.  Que cambiaron las reglas: no importa la calidad sino con quién te acostaste o con quién compartís el resultado del subsidio, la beca o la venta. Sí, es cierto.  Pero, ¿qué podemos hacer los que por falta de temperamento, cercanías o directamente estómago no podemos acceder al círculo de conveniencias?  Preguntar cuanto sale la tapa de la revista de La Nación.  ¿A quién se le pregunta?  ¿Habrá un tarifario?  ¿Vendrá con los diezmos ya establecidos?  Trataré de averiguar.









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