Dice el
personaje de Gillian Anderson (Stella,
aunque siempre será Scully), en el último capítulo de la segunda temporada de The Fall, que lo
que más temen los hombres es que las mujeres se rían de ellos; lo que más temen
las mujeres es que los hombres las maten.
Y como
las cosas suelen confabularse para rondar en grupo en ese supuesto desorden que
es el universo de la web, en la TimeLine
de mi cuenta de Twitter aparen
comentarios de artículos sobre la artista Ana
Mendieta y actuales protestas frente a la Tate Modern Gallery de Londres.
"Ahora,
un grupo ha protestado frente a la Tate Modern por la presencia del escultor
minimalista Carl André. Le piden cuentas sobre la muerte de su mujer, la
artista cubana Ana Mendieta, quien cayó por una ventana en circunstancias
oscuras y de cuyo asesinato André fue acusado primero y absuelto después -igual
que tantos hombres que también hoy ejercen la violencia de género."
En Vanity
Fair, Ianko López (http://www.revistavanityfair.es/actualidad/articulos/muerte-de-ana-mendieta-artista-carl-andre/22631)
cuenta:
"El
pasado mes de junio se inauguraba en Londres, entre mensajes triunfalistas, la
ampliación de uno de los centros de arte contemporáneo más conocidos del mundo,
la Tate Modern. (…) Pero entre el clima
generalizado de euforia un grupo de manifestantes se reunió en las
escaleras de la catedral de San Pablo antes de atravesar el Millenium Bridge y
llegar hasta la Tate portando pancartas y gritando consignas con rima
consonantes como:
“Oi,
Tate, we’ve got a vendetta – where the fuck is Ana Mendieta”(“Oye, Tate,
queremos venganza: ¿dónde coño está Ana Mendieta?)”.
…protestaban
porque la obra de la fallecida artista Ana Mendieta, de la que la Tate posee
varias piezas en sus fondos, permanece en los almacenes de la institución
mientras quien fue su marido, Carl André, está bien representado en la
exposición permanente del nuevo edificio. (…)
…la
madrugada del 8 de septiembre de 1985 Ana Mendieta y Carl André, casados desde
hacía unos meses, discutían a grandes voces en su domicilio, situado en lo alto
de una torre de apartamentos del Greenwich Village de Manhattan. El
portero declararía haber escuchado cómo ella gritaba varias veces “¡No, no,
no!” justo antes de que su cuerpo recorriera los 33 pisos que la separaban del
asfalto o, más exactamente, del techo del deli en el que se estampó,
falleciendo en el acto. Los hechos también dicen que Carl André llamó entonces
al teléfono de emergencias, y explicó al operador con sorprendente serenidad: “Mi
esposa es artista, y yo soy artista, y tuvimos una pelea sobre el hecho de que
yo estaba, eh, más expuesto al público que ella. Y ella fue al dormitorio, y yo
fui tras ella, y ella saltó por la ventana”. Cuando la policía llegó al
dormitorio, lo encontró todo revuelto y a Carl André con arañazos en los brazos
y la nariz. André fue acusado de
asesinato en segundo grado y sometido a un juicio que duró tres años. (…)
...el veredicto oficial fue favorable
a Andre, declarado no culpable en base al principio de “duda razonable”. "
Hombre
pequeñito, hombre pequeñito,
Suelta a tu canario que quiere volar...
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.
Suelta a tu canario que quiere volar...
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.
Estuve
en tu jaula, hombre pequeñito,
hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes,
ni me entenderás.
hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes,
ni me entenderás.
Tampoco
te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula que quiero escapar;
hombre pequeñito, te amé media hora,
no me pidas más.
ábreme la jaula que quiero escapar;
hombre pequeñito, te amé media hora,
no me pidas más.
Alfonsina
Storni, Hombre Pequeñito
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