Cómo seguir
ganando enemigos…
No soy yo
(¿o sí?, que no resisto a una provocación
directa), sino la realidad que me hostiga.
¿Es necesario?, pregunto. ¿Es
necesario seguir facilitando que el arribista de turno llegue a ocupar la
parada para seguir viviendo (¡todo el
dichoso “mercado” del arte!) a costa de los artistas?
Tenía un
día más o menos normal, más o menos tan tedioso como todos los días dónde la obligación
laboral me impide dedicarme a mis cosas.
Entonces alguien -muy mal intencionado- me reenvía un tweet del mismísimo
Ministerio de Cultura. "Queremos
que los emprendedores trabajen con industrias con las que no se hubieran
cruzado". Que ganas de
sacarme de quicio innecesariamente, sin posibilidad alguna de que mi ataque de
ira cambie la filosofía de un mundo
consagrado a explotar a los artistas.
Cuando yo
empecé en esto, hace más de treinta años, a los emprendedores se los llamaba oportunistas,
después reconvertidos en buscavidas
y hoy en entrepreneurs. La misma
cosa. El que a fuerza de labia y cierta
habilidad empática usa a los demás para beneficio propio. Un emprendedor que no sabe nada de arte ("industrias con las que no se hubieran cruzado") pero
que va a cambiar el futuro de los artistas con la excusa
sofisticada del branding y el manejo
de nuevas tecnologías, catapultando al pobre artista emergente, desconocido y marginal, al centro de la escena, al éxito rotundo y a la fortuna merecida. ¿A cambio de qué? A cambio del dinero del
artista, ¡obvio!, si no, ¿de qué va a vivir el entrepreneur exitoso, joven y bronceado, sin corbata y rictus relajado que utiliza fluidamente
esos términos 2.0 cuyo significado ignoramos con vergüenza?
Me enfurezco y me aburro al mismo tiempo. Y el Misterio de Cultura propiciando más de
lo mismo. ¡Qué lindo todo! Se habilitó la temporada de caza. Apunten a los artistas, víctima propiciatoria
de todos los abusos y siempre dispuesta a seguir manteniendo… “emprendedores” culturales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario