viernes, 11 de noviembre de 2016


     Obras de dobles versiones.

Hay días hay días que
Nacen sin tu luz
Hay días hay días
Yo hago de todo por volverte a ver...
Miguel Bosé - Alejandro Sanz,  Hay días




     En pocas oportunidades (puedo recordar tres casos concretos), “repetí” una obra que había seguido un rumbo distinto al mío por la única razón de extrañarla.  La primera fue La Muerte del Rey de Copas, obra que reconozco como iniciática de mi independencia estética (léase: fue la primera vez que hice realmente lo que me vino en ganas), que quedó en manos de alguien con quien perdí todo contacto a principios de 1992 y de la que no conservo ni una foto decente.  Había estado colgada junto a mi cama, y era lo primero que veía al despertarme.  Irracionalmente,  la saludaba cada mañana y le relataba los planes del día. Era una especie de cómplice, silente e introspectivo pero siempre sonriente.  Cuando ya no la tuve me ganó la angustia de su ausencia.  Hice una segunda versión más pequeña y no tan libre.  La vendí un año después, a media noche, en una muestra en Parque Lezama.  Y aunque aun hay días que se me da por extrañarla, he aceptado que no es el destino que me corresponde el de conservar a mis reyes conmigo. 






     En el año 2005 formé parte de una bienal de arte contemporáneo en Arad, Rumania (http://www.aradbiennale.org/pagineartistimondo/GabrielaFarnell.htm).  La obra participante , tras el evento, quedaba a los organizadores en carácter de donación.  Allá fue El Mapamundi de Colón – Las Américas




     Aunque  la hice a conciencia de su destino y nuestra pronta separación, fue un trabajo que me gustó mucho, probablemente porque la carta de marear atribuida a Colón que tomé de base del diseño me llevó a investigar y a leer mucho sobre el Almirante.  Debe habérseme mezclado el disfrute de pintar con el placer de leer.  Un par de años después hice, sólo para mí, una segunda versión menos trabajada, a modo de boceto retrospectivo.  En mi código personal, esa obra actúa como augurio de lo posible, la sospecha de que la victoria sólo se alcanza con la fuerza de la convicción.  Que siempre vale la pena correr el riesgo y hacerse a la mar, aunque no sepamos con exactitud a dónde estamos yendo…










No hay comentarios:

Publicar un comentario