viernes, 2 de marzo de 2018







       Estoy trabajando el retrato en óleo, por eso me lo reservo para una horas los fines de semana, con luz matutina, cuando estoy mejor dormida por despertar a mi antojo y no al del sádico despertador.  La pintura en caballete me exige cierta aptitud física, que las corridas de los días laborales me veda.


     Ahora bien, hoy no es sábado ni domingo, por lo que lo que agrego a la obra es lápiz acuarelable, enriqueciendo algunas sombras.  Sólo que no lo diluyo con agua (se resbalaría sobre la base de óleo), y me preparo para mañana cuando lo mezcle con el kerosene que uso para pintar.  No es el modo normal de hacerlo, claro, pero la falta de normalidad nunca ha sido un problema para mí.  Y a veces, cuando estoy con las musas de mi lado, esa rara mescolanza queda muy bien.  Veremos si mañana es uno de esos días agraciados.

















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