Así funcionan las cosas: cuando nos informan
a los artistas es “si continua”, If the project continues in new locations,
condicional, dudoso, ningún compromiso asumido.
Pero cuando hacen publicidad institucional por las redes afirman con
seguridad la grandiosidad del proyecto acentuando su itinerancia: “La
instalación continuará itinerando por otros países”, It will
continue traveling through other countries.
Entre el mensaje que recibo por mi mail y el que me llega por
Instagram hay un incomprensible abismo de diferencias.
¿Doble discurso? ¿Un error del agente de prensa al redactar la gacetilla? ¿Una desatención involuntaria del enlace con los artistas? No. Probablemente es lo que es: al artista no hay por qué dispensarle demasiada cortesía, alcanza con la versión más corta e impersonal, al artista no se le debe nada. Los carriles de difusión, las redes, la publicidad 2.0 sí merece el cuidadoso discurso, el ponderar la imagen, el venderse con astucia, el parecer más de lo que realmente se es.
Pero seamos
escrupulosamente realistas: este tipo de eventos están pensados para el
beneficio de los organizadores, no para el de los artistas que lo integran. Acá
importa la imagen de integración que vende un organismo multinacional, no el
cuidado y el respeto por la obra y la identidad de cada uno de los artistas que
postularon y encontraron cabida en la muestra. El artista y su obra es un detalle, un imponderable necesario, la excusa, eso que tenemos que incorporar cuando queremos esgrimir la pancarta de que nos ocupamos de la cultura y el arte. El artista es el estorbo inevitable. Sospecho que organizadores y curadores sueñan con la utopía de alcanzar un tiempo maravilloso en el que se pueda armar exhibiciones de arte sin obra y sin artistas...
Hoy me parece sumamente
adecuada Resabio de conquista como integrante de este evento.
Ella me recuerda, que a pesar de todo, se sigue adelante.
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