Cada obra marca una historia distinta,
independiente de su autor y por completo indiferente a los planes que éste
tuviera para ella. Aunque su autora (o sea yo) pretenda siempre la unicidad
del original y la exhibición a la antigua, Resabio de Conquista ha sabido
imponer su preferencia a verse expuesta reproducida en exóticos soportes
mientras ella, la única y original, sigue colgada en un pasillo de mi casa.
Supo
estar en Roma, exhibida en una impresión sobre seda:
Y en Mendoza, en el evento Paseo
de las Américas organizado por el BID y fotografiada con un drone (si eso no es sofisticación no sé qué puede
serlo):
Igual, y
aunque ella marque constantemente sus preferencias, yo sigo prefiriendo verla,
sobria y elegante, bien centrada en la pared:
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