Debo haberme puesto decididamente insufrible con mis quejas sobre mi absoluta e irreparable ineptitud para el dibujo de figuras masculinas. Realmente me frustra no lograr avances en la búsqueda de la estética que pretendo para comenzar a conformar mi La Lista de los Ángeles. Me plagio a mi misma y juego con el mismo tratamiento que antes funcionó con las figuras masculinas. Pero mientras que el esbozo cartográfico me satisface en Portulano
Uno de mis escasos amigos (quien no me toma demasiado en serio, afortunadamente para todos), me envía un recorte con un artículo de opinión firmado por Mario Vargas Llosa sobre Damien Hirst. Transcribo lo que me marcó con resaltador, supongo su versión de “consuelo” que quiso brindar a mi desazón creativa y queja monótona:
“Damian Hirst… habla de su trayectoria con una desarmante sinceridad, explicando… sus opciones… Hubiera querido ser pintor pero advirtió que pintaba muy mal y optó por los collages en los que se sentía menos deficiente… Uno de sus méritos es haber demostrado que en nuestra época se puede ser un artista, incluso de gran prestigio, sin demostrar destreza alguna en lo que se refiere a pintar o esculpir… No es exagerado decir que se trata de un honesto embaucador, que, en un mundo en el que ahora todo vale, donde el auténtico talento y el funambulismo andan confundidos, él pasa sus mercancías por lo que verdaderamente son, sin escrúpulos ni pretensiones, dejando que se ocupen de envolverlos en argumentos y justificaciones de densa tiniebla y especiosa dialéctica, esos críticos, galeristas y marchantes que, como los publicistas alquimistas de Saatchi, saben convertir todo lo que brilla en oro, vender gato por liebre e imponer su propia tabla de valores y jerarquías en medio de la confusión que ha remplazado las viejas certidumbres y patrones estéticos.-“
Diario La Nación del 23 de Junio de 2012, pág. 29 “EL HONESTO EMBAUCADOR” – MARIO VARGAS LLOSA.
Lamento decir que poco me consuela (ni de cerca). Yo soy una dibujante que pretende saber dibujar y una pintora que pueda vencer las limitaciones de la técnica para lograr la expresividad que necesito para decir lo que quiero decir. Y tampoco produzco los millones que produce Hirst cosa que en definitiva, intuyo, hace que poco le importe reconocer –alegremente- su fraude (millonario).-.
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