viernes, 7 de septiembre de 2012




     Mi cacería de libros de esta semana ha sido excitante y fructífera. Buenos Aires es hoy en día un coto de caza excepcional, por lo variado y barato. Es literal: vale menos un libro que un café. Dura más y es más grato.






     En mis habituales búsquedas di con Del Asesinato considerado como una de las Bellas Artes de Thomas de Quincey, una edición nueva mexicana (Editorial Lectorum S.A. México 2006), a quince pesos, algo así como tres dólares (a valor oficial e inexistente), lo que viene a ser en la realidad “real” unos centavos por arriba de los dos dólares. Conocía este título por fragmentos publicados en Antología del Humor Negro seleccionada y reseñada por Andre Breton, y por las múltiples referencias sobre De Quincey hechas por Borges y Bioy Casares, quienes lo tenían por precursor e influencia directa de Poe en su rol de “padre” de la novela policial. 

      También por quince pesos (dos dólares) encontré un librito que reseña la defensa esgrimida por Meister Eckhart, místico alemán, ante la Inquisición allá en el 1300. También una edición nueva de una editorial de Buenos Aires (Almagesto) que desconocía hasta este momento. Interesante e inspirador material para mi Ragnarök.

      Por casi el doble (y aun así menos que un café de medida extra de Starbucks), o sea unos 28 pesos (algo así como cuatro dólares y medio) me traje Los diez mandamientos en el siglo XXI, de Fernando Savater, uno (otro) de mis actuales autores favoritos. 

      Por 25 pesos (4 dólares) conseguí un policial de P.D. James (Sabor a muerte) que me faltaba entre los títulos de esta autora. Uno de Adam Dalgliesh con una novata Inspectora Kate. 

      Cierto es que los títulos que específicamente ando buscando (La Gesta del Marrano de Marcos Aguinis –para Ragnaroök y la inquisición en América- y el quinto título de la saga Ripley de Patricia Highsmith –el único que no leí de “Monsieur Tome”-) no los encuentro por ningún lado, pero en definitiva eso no tiene gran importancia. Es más importante lo que se encuentra que lo que se busca.





     El prólogo del librito de De Quincey, escrito por Julio Travieso Serrano, termina diciendo: 

     Poseedor de cinco mil libros, De Quincey escribió una frase que, más allá de la literatura, siempre me hará recordarlo: “Los libros son los únicos artículos de propiedad en los que soy más rico que mis vecinos.”








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