martes, 11 de septiembre de 2012



Nuevas (malas) desde Ragnarök.

     Desastroso es el único calificativo aplicable al resultado de mi trabajo en los últimos días. Por una parte, mi Tótem de papel sólo sabe poner en evidencia los errores de estructura y de diseño que acumulo uno sobre el otro, como monumento mismo a la ineptitud creativa.

      Cuando alegremente di forma al cuerpo y cabeza de mi Buho Oráculo (con espejitos dentro de sus ojos para que cuando lo mires te veas) y apoyo a mi León-Medusa con su monito Gagool encima surge el primer conflicto. Literalmente no apoya. La melena del León y sus viboritas chocan con la superficie de apoyo de manera irregular y no encaja ni para un lado ni para el otro. No hay manera. 

     El plan original de hacer el Tótem en tres piezas separadas que se encajarían al montaje (básicamente para facilitar traslados y uso del espacio) se torna definitivamente inviable. Hay que unir las dos piezas nivelando con papel y fijando víboras a las orejas y cejas del Buho para lograr una armonía estética del grupo. O.K. Unifico León-Medusa con Buho Oráculo. Queda un armatoste difícil de manipular pero al menos encajan como unidad. Lo paro y ¡zaz! de boca al suelo. Mi armatoste carece de equilibrio, con su mayor peso en la parte delantera. 

      Coloco patitas tipo garras al Buho y agrego peso en la nuca del León, para estabilizar. Logro que se pare al menos. Y sigo. Estructuro las alas del Buho con palitos de brochettes para dar amplitud en un gesto abarcativo y amenazante (digo yo). No me queda simétrico pero… bueno, cuando avance en el trabajo de plumas y ojos (porque como Oráculo el Buho tendrá en sus alas también ojitos que te miren) supongo que lograré armonizar y dar simetría a todo el conjunto. Ya alada, incorporo la pieza de mi mesa de trabajo y la paro. Se bambolea intimidantemente, adelante-atrás, adelante, atrás. Como un punch-n-ball inflable Se detiene, vertical, en un poco prometedor ángulo hacia delante. Suspiro. Al menos no se cae, digo, y habrá tiempo más adelante de buscar contrapesos y mejorar la base de soporte. Entonces lo miro. Monito Gagool, León Medusa, Buho Oráculo con sus alas asimétrica que… ¡parece Batman! Un horror. Renuncio y me alejo porque la tentación de acercarle un fósforo es demasiado grande.






     Vuelvo mi atención a mi La Lista de Los Angeles. Bocetos, bocetos y más bocetos. Todos espantosos. Ni uno de los desnudos se acerca remotamente a lo que estoy buscando. Revoleo diseños, rompo dibujos a medio hacer, estoy peligrosamente cerca de ponerme a pintar flores y mariposas.






     Trato de enfocarme en unos soportes grandes de madera (korlok) que conseguí para realizar mi segunda versión de La Santa Inquisición: La Inquisición en América. Me pongo a preparar los soportes, usando un papel artesanal (batik) de color. Pero hay demasiada humedad (al fin y al cabo esto es Buenos Aires), el papel no adhiere y cuando lo mojo con un paño para facilitar el esparcido de la cola ¡lo rompo!. Desastroso es poco. Un asco. Me voy de mi taller porque sigue tentándome encender un fósforo y guardo ahí kerosene y barniz en abundancia. ¿Cómo puede salir todo tan mal al mismo tiempo?


  “Ha llegado la hora, dijo la Morsa, de que hablemos de otra cosa…” “The time has come”, the Walrus said,/ “To talk of many things:/ Of shoes – and chips- and sealing-wax-/ Of cabagges – and kinas –/ And why the sea is boiling hot-/ And whether pigs have wings./ 

Alice´s Adventures in Wonderland – Lewis Carroll





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