“El
español inició una explicación ordenada de los enigmas colombinos. El primer misterio, y uno de los más
significativos, era su origen.
Tradicionalmente aceptada la procedencia genovesa, no existían pruebas
sólidas que confirmaran el origen italiano del marino. Frene a teorías que apuntaban a un origen
portugués, francés o de algún otro país europeo, las tesis más consolidadas y
sobre las que estaba investigando en ese momento se dirigían hacia un origen
catalán o balear.
-La
procedencia genovesa, aunque sigue siendo la más afamada, es muy cuestionada
por muchos historiadores. Entre otras
razones, es extraño que Colón no utilizara nunca el italiano ni para dirigirse
a los banqueros genoveses, como demuestran múltiples escritos de la época- explicó
el español-. El origen catalán del
Descubridor, por ejemplo, estaría avalado por el hecho de proceder de una
familia judía conversa; dato que Colón podría haber intentado ocultar durante
toda su vida, y de forma permanente en sus negociaciones con los Reyes
Católicos debido a la expulsión de los judíos que estos decretaron y a la
fuerte aversión que se produjo hacia aquéllos en los años siguientes. Por tanto, no es nada descabellado pensar que
nuestro Almirante pudo haber nacido en Cataluña o bien en algún lugar de las
islas Baleares.
-Tengo
entendido que también hay propuestas un tanto alocadas sobe el origen del
Almirante ¿Es así?- preguntó la mujer.
-Sí. Existen teorías muy alejadas de la realidad-
continúo Oliver-. Estas apuntan a que
Colón nació en América, procedente de algún remoto lugar poblado por templarios
que habrían abandonado el puerto de La Rochelle el 14 de octubre de 1307, sin
rumbo conocido. Es cierto que cuando el
rey de Francia Felipe IV el Hermoso y el canciller Guillermo de Nogaret
ordenaron apresar a todos los templarios, éstos desaparecieron sin dejar rastro
y nunca más se ha sabido de ellos. Los
que apuntan esta procedencia templaria del Almirante sustentan su teoría en que
Colón tenía conocimientos náuticos muy superiores a los de su época, y que
conocía perfectamente la dirección que habría de seguir para llegar al Nuevo
Mundo. (…)
-…El
segundo enigma, aún más significativo que el anterior, señala que Colón tenía
conocimientos náuticos avanzados para su época, desconocidos para los grandes
marinos del momento. Son muchas las
fuentes que apuntan que conocía con anticipación la ruta para llegar al Nuevo
Mundo. (…) La tesis más consolidada en
este sentido es la del piloto desconocido…
Colón podría haber tenido acceso a los restos de un naufragio durante su
estancia en Porto Santo, o bien en un viaje a La Gomera. Una nave procedente del oeste, con sólo seis
marinos vivos a bordo, habría llegado a tierra tras una travesía llena de
problemas y un intenso temporal. El
piloto de esta nave, llamado Alonso Sánchez y procedente de Huelva, en el sur
de España, habría sido arrastrado hacia el oeste en una sucesión de vientos y
tempestades que le impidieron volver a tierra.
Una vez en medio del océano, sin velas y sin recursos, él y su barco se
dejaron llevar de forma desesperada hacia donde la suerte les llevase. Tras diez semanas de travesía, la nave
alcanzó alguna isla del mar Caribe, donde pudieron alimentarse de frutas una
vez logrado el favor de los nativos, que los consideraron dioses llegados del
cielo. (…) Meses después, en el viaje de
regreso, un gran número de incidentes y enfermedades azotó a los marinos. (…) El piloto habría trabajado intensamente
durante esta accidentada travesía de vuelta, reconstruyendo la ruta y dibujando
cartas náuticas con los mejores cálculos posibles, Al llegar a tierra, Alonso Sánchez sólo
sobrevivió seis días, y acabó entregando sus notas y cartas al navegante
Cristoforo Colombo, al servicio de Portugal por aquel entonces… (…)
Colón no fue el primero que dijo que la tierra era redonda… Cuando el marino elaboró su proyecto de ir a
las Indias por occidente, ya se aceptaba la esferidad del globo terráqueo. El dilema era la dimensión de la tierra. Nadie imaginaba que se podía ir al oriente
por occidente. Colón, en este sentido,
sabía que a unas setecientas leguas había tierra. O lo imaginaba. En cualquier caso, nuestro <almirante
llevó a cabo su proyecto descubridor y halló un Nuevo Mundo. (…)
-Y
¿cuál es el tercer gran misterio en relación con Colón…?
-Su
extraña firma…”
Miguel
Ruiz Montañez, La tumba de Colón Ediciones
B S.A. Buenos Aires 2006, páginas 35/39.
“La leyenda, que pretende pasar por
historia, narra que en cierta ocasión el muchacho y su padre discutieron acerca
del porvenir del primero. Cristóbal no
deseaba ser tejedor como su progenitor, y menos todavía tabernero. Y al final, comparándose con David, el rey
que venció a Goliath, según la Biblia, exclamó:
-¡Lo
mismo que el rey David venció a Goliath, así espero dominar al océano gigantesco!
Y es posible que a aquella misma hora un
individuo de una isla muy lejana, sin nombre conocido ni sitio en la cosmografía
de aquel tiempo, arrojase al mar un pedazo de madera tallada con signos
extraños, para que, andando el tiempo, lo recogiese Christóforo Colombo en la
playa de Porto Santo.”
Cristóbal
Colón – Colección Grandes Biografías – Dirección
de la obra Francisco Luis Cardona Castro, Edimat Libros
S.A. Madrid 2002, página 14.
Si algo
aprendí en mis largos años de deambular por bibliotecas husmeando con
curiosidad cuanto libro caiga en mis manos, es que la historia (la política, la
cultura, el pensamiento en general) siempre se mueve de modo pendular. Hoy creemos esto, mañana creeremos
aquello. Ayer Colón era un conquistador, mañana será un civilizador, hoy por
estos lados y por tendenciosidad de un grupo de políticos de educación muy precaria
un conveniente “genocida”. Los anacronismos siempre me enfurecen (¡el contexto histórico, so bruto, el
contexto histórico!), pero ¿para qué irritarse?, el péndulo irá luego para
la otra punta y el villano será héroe y viceversa hasta la eternidad.
Personalmente me fascina Colón,
tanto como las cartas de marear
medievales, tanto como me aterroriza el mar. Siento en la piel la magnitud física de la
proeza de lanzarse a lo desconocido –por los
motivos que fueran: afán de conocimiento, de poder o de fortuna-.
Y sé que
la civilización occidental en la que me muevo es lo que es por la mixtura de
ese encuentro de culturas. Soy (de modo inocultable e irremediable)
latinoamericana. Y serlo implica ser
mestiza. La vieja y culta Europa en su cruce con la joven,
inexperta pero poderosa América. Lo que fue y lo que es para proyectar lo que
será; un último bastión, la tierra prometida de los inmigrantes de posguerra. Aunque sea hoy políticamente incorrecto, yo
celebro los 12 de octubre el inicio de lo que somos.
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