viernes, 9 de octubre de 2015


     Hoy a las 16 horas inaugura  Art Sale Feria de Arte y Diseño en Vendrás alguna vez – aloja cultura, calle 2 Nro. 1029, entre 53 y 54, La Plata, Buenos Aires, evento organizado por Arte La Plata.






     Se suponía que mis Bandejas Enmascaradas serían acompañadas en su primera exhibición por un bonito catálogo que explicara la razón de su existencia.  Pero problemas logísticos (que en idioma normal significa "falta de dinero para costear la impresión") frustraron la pata gráfica del proyecto y mis doce Bandejas deberán enfrentar al público sin un atisbo de sentido racional que las  contextualice.  Obviamente, esto no tiene la menor importancia.  El arte posee esa bendita independencia de todo –incluido el autor- que hace que pueda, o no, conectar con el espectador por su exclusiva cuenta.


     De cualquier manera, por si en una de esas algún visitante de la Feria se llega hasta acá movido por la curiosidad de saber algo más de mis Bandejas Enmascaradas, pego a continuación el catálogo que no fue, con su texto e imágenes.












     Las doce obras que componen la serie “Bandejas Enmascaradas” responden a una discusión: ¿alcanza con hacer obras pequeñas y simples y ponerlas a la venta a un precio muy bajo para lograr que un artista trascienda y venda masivamente su trabajo?  En lo personal creo que la respuesta es un contundente NO.



     Pero en la discusión que inició la serie me porfiaron mi ignorancia tinta de testarudez, alegando en mi contra la (¿irrevatible?) prueba de que muchas galerías de Buenos Aires están dedicando su espacio a obras pequeñitas que valúan al equivalente de cuatro hamburguesas con queso y en combo con papas fritas grandes.




     ¿La mera accesibilidad (tamaño, movilidad, precio) es lo único que determina el “consumo” (“éxito” en parámetros del mercado) de una obra de arte?




     Sigo contestando  NO.  Pero también sigue siendo verdad que las galerías de moda no coinciden con mi opinión y descuelgan de sus paredes imponentes bastidores de dos metros de lado para reemplazarlos por una cincuentena prolija de telitas de 15X15.-




     En resumen, de esa discusión surgió el desafío: hacer una docena de obras “menores” para poner a la venta a valor bajo y uniforme.  En alguna parte sé que acepté limitarme a un tamaño pero que dificultaba la simpleza...




     Después el asunto del low cost intrínseco de cada obra se volvió un chiste personal.  Varias de mis Bandejas Enmascaradas tienen en su composición (lacas, craquelantes y pátinas; cintas, pompones y cascabeles;  partituras, cartas y estampillas) una inversión en materiales similar a su precio de venta.




     Pero nada de esto se trata de si es o no un “negocio rentable” para el artista, sino si el eventual espectador adquiere una obra de arte sólo porque le resulta “barata” o “cómoda para el traslado” o si entra en juego algo más (¿la capacidad de la obra de conmoverlo, quizá?).




     Las Bandejas Enmascaradas son una experiencia de campo, mi modo de corroborar en los hechos si la mera accesibilidad pesa sobre la emoción estética al momento de motivar una compra de arte.




     Y ver también –en la hipótesis de que alguna de ellas efectivamente se venda- cual de mis Bandejas prima sobre las otras, ya que a igualdad de precio el espectador deberá optar privilegiando en exclusiva su más íntimo disfrute.




      Será interesante –al menos para mí- descubrir quien tenía la razón en aquella discusión.
















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