Hoy a las
16 horas inaugura Art Sale Feria de Arte y Diseño en Vendrás
alguna vez – aloja cultura, calle 2 Nro. 1029, entre 53 y 54, La Plata, Buenos Aires, evento organizado por Arte La Plata.
Se
suponía que mis Bandejas Enmascaradas serían acompañadas en su primera exhibición
por un bonito catálogo que explicara la razón de su existencia. Pero problemas logísticos (que en idioma normal significa "falta de
dinero para costear la impresión") frustraron la pata gráfica del proyecto y
mis doce Bandejas deberán enfrentar al público sin un atisbo de sentido racional
que las contextualice. Obviamente, esto no tiene la menor
importancia. El arte posee esa bendita
independencia de todo –incluido el autor-
que hace que pueda, o no, conectar con el espectador por su exclusiva cuenta.
De
cualquier manera, por si en una de esas algún visitante de la Feria se llega hasta acá movido por la
curiosidad de saber algo más de mis Bandejas Enmascaradas, pego a
continuación el catálogo que no fue, con su texto e imágenes.
Las doce
obras que componen la serie “Bandejas Enmascaradas” responden a
una discusión: ¿alcanza con hacer obras
pequeñas y simples y ponerlas a la venta a un precio muy bajo para lograr que
un artista trascienda y venda masivamente su trabajo? En lo personal creo que la respuesta es un
contundente NO.
Pero en la
discusión que inició la serie me porfiaron mi ignorancia tinta de testarudez,
alegando en mi contra la (¿irrevatible?)
prueba de que muchas galerías de Buenos Aires están dedicando su espacio a
obras pequeñitas que valúan al equivalente de cuatro hamburguesas con queso y
en combo con papas fritas grandes.
¿La mera accesibilidad (tamaño, movilidad,
precio) es lo único que determina el “consumo” (“éxito” en parámetros del
mercado) de una obra de arte?
Sigo contestando NO. Pero también
sigue siendo verdad que las galerías de moda no coinciden con mi opinión y
descuelgan de sus paredes imponentes bastidores de dos metros de lado para
reemplazarlos por una cincuentena prolija de telitas de 15X15.-
En resumen, de esa discusión surgió el
desafío: hacer una docena de obras “menores”
para poner a la venta a valor bajo y uniforme.
En alguna parte sé que acepté limitarme a un tamaño pero que dificultaba
la simpleza...
Después el asunto del low cost intrínseco de
cada obra se volvió un chiste personal.
Varias de mis Bandejas Enmascaradas tienen en su
composición (lacas, craquelantes y pátinas; cintas, pompones y cascabeles; partituras, cartas y estampillas) una
inversión en materiales similar a su precio de venta.
Pero nada de esto se trata de si es o no
un “negocio rentable” para el
artista, sino si el eventual espectador adquiere una obra de arte sólo porque
le resulta “barata” o “cómoda para el traslado” o si entra
en juego algo más (¿la capacidad de la
obra de conmoverlo, quizá?).
Las Bandejas Enmascaradas son una
experiencia de campo, mi modo de corroborar en los hechos si la mera
accesibilidad pesa sobre la emoción estética al momento de motivar una compra
de arte.
Y ver también –en la hipótesis de que alguna de ellas efectivamente se venda- cual
de mis Bandejas prima sobre las otras, ya que a igualdad de precio el
espectador deberá optar privilegiando en exclusiva su más íntimo disfrute.
Será interesante –al menos para mí- descubrir quien
tenía la razón en aquella discusión.
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