sábado, 5 de diciembre de 2015





A cada año que empieza yo le pido un año tranquilo
Que enseñe a los que asuntan, que quien gana aquí siempre es el miedo
Al año que comienza yo le pido sables dormidos
Le pido que ilumine el pasillo de los egos
Le pido que aprendamos a vivir poniendo huevos
Pongamos algún límite a la sangre
Y quiero que el marine se convierta en marinero ...fe
Yo quiero que se lleve tu dolor ...fe

Que no nos quede lejos el momento en que cambiemos
El humo por suspiros, carreteras por senderos, reza
Que no nos quede lejos el silencio de los miedos
Que no se tarde mucho la mañana de los tiempos, mira
Y para los que piensan que el final no lo veremos
Les pido que ojala no os libréis
Que no nos quede lejos el silencio de los cuervos
El mundo que yo quiero sé que yo no lo veré 

Al año que comienza yo le pido un mundo distinto
Que pólvora e incienso no se mezclen al olor
Que no me inquiete tanto el futuro de mis hijos
Que no paguen la broma del hambriento barrigón
Que tengan un planeta que esté vivo y les abrace
El mundo que yo quiero sé que yo no lo veré yo
Yo quiero que el futuro quede libre de pendejos
Que no te asuste más mi letra que una bala de cañón

Solo puedo cantar
Soñar que un hilo de voz
Callará  su maldito tambor
No podemos parar
Al soldado a lo más
Enseñarle un color
Hey tú cuanto más
Has pensado  tragar
Hasta escupirles tu amor
Este año que ahora entra lo que quiero, amor
Es que al fin salga el sol 


Alejandro Sanz, El silencio de los cuervos  del álbum Sirope.




     Llega diciembre y yo no puedo evitar brotarme como La Liebre de Marzo y tener como único objetivo los festejo de este mes y la gloria del consiguiente enero, que para mí ya inevitablemente implica vacaciones, luz y sol.  Y jugar con mis tradiciones inquebrantables, como la de decorar mi mesa navideña con basura reciclada.  (Seguramente, cualquier psicólogo se haría una panzada conmigo, interpretando simbólicamente a mi inconsciente que goza un festejo en el que no cree poniendo desperdicios y despojos inútiles en el centro de honor de una mesa bien provista.  Pero nunca –mientras dependa de mí- voy a psicoanalizarme así que juego mi juego en paz).

     Arranco con tres potes de helado y un disco de telgopor que me sobró de las piezas de ajedrez que hice para la ambientación de Alicia.  Sin planes previos, a ver como van...





Apilamos para aquí y para allá, algunas servilletas para unificar…






     Y cordón de algodón, no muy grueso, tanto para asegurar las uniones como para ampliar la boca superior (¿y colgar caireles?).






         Algo de decoupage vintage (me encantan esas imágenes antiguas).  Hasta acá bien.





     Pero como estas cosas requieren largas pausas para que sequen las diversas capas de papel y pintura, aproveché y finalmente  le puse plumas a mi  (inútil) Máscara abanico...













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