jueves, 17 de diciembre de 2015



     “En el Pequeño Larousse Ilustrado aparece la palabra snob como sinónimo de vanidoso.  Este diccionario está en todas las manos alfabetas.  El duque de Bedford es su libro sobre los snobs (The Duke of Bedford of Book of Snobs) asegura que la palabra es una abreviación de sine nobilitas (sin nobleza), s-nob, usada en la Edad Media  en las Universidades para designar a los estudiantes cuyas familias carecían de títulos nobiliarios.

     Sea o no exacta, esta etimología no parece demasiado descaminada. (…) Se trata de otro asunto. Se trata de una actitud o de una maniobra adoptada por mucha gente frente a tal o cual cosa, por ocurrírseles que de ese modo conseguirán llamar la atención en arte, o brillar en sociedad, o lo que fuere.” 
 

Victoria Ocampo, El Snobismo – Testimonios, Octava Serie 1968/1970, Editorial Sur SA Buenos Aires 1971, páginas 267/268.
 
 

      Por deformación profesional (por artista emergente y periférica lo que es decir inexistente)  no puedo evitar prejuzgar a la crítica (y a los críticos) como una de las manifestaciones más snob que perduran en estos tiempos.  Más por la forma que por el contenido, aunque habitualmente la estructura de su discurso tampoco se queda atrás.  Leí hoy temprano un artículo precisamente sobre la crítica cultural en los tiempos de internet, y aunque en una grandísima parte comparto muchos de los conceptos, una cita en particular me recordó que ser snob es precisamente todo lo contrario a la (presunta) aristocracia.  

     “Concibo la práctica de la escritura o de la crítica de arte… como un ejercicio de creatividad necesario para el entendimiento entre la institución Arte … y el público… Realmente el arte no se explica por sí mismo, sino que precisa de discursos que lo complemente y enriquezca.”   
 
     Discrepo (y a los gritos).  El arte, si es Arte, no necesita nada ni a nadie más. Punto. El crítico no es imprescindible para el artista, mientras que sin artistas los críticos pierden su razón de existir.  Podrán acercar, sugerir, interpretar, tal vez;  pero ni completan ni enriquecen (como tampoco quitan mérito y esencia a la obra que critican).  El crítico no está un escalón más arriba aunque se empeñen en mirarnos hacia abajo a fuerza de respingar la nariz, que me perdonen y tengan piedad  de mí cuando me destrocen. 
 


 

    Transcribo partes del artículo en cuestión y el link de acceso, ya que pese a mi disgusto le reconozco valor.  Soy así de contradictoria.

  

La crítica de arte en la blogosfera: blogs, redes sociales y plataformas de difusión
16 de diciembre 2015,  Emma Trinidad

Durante las últimas semanas he estado preparando el encuento organizado por The art Market Agency en Barcelona sobre Arte Online,  donde junto a Angélica Millán, La Musa del Arte,  tuvimos la oportunidad de hablar sobre el papel de los bloggers en la difusión del arte. Me he tomado esta invitación no sin cierta incomodidad, pues hasta ahora no me había planteado la posibilidad de presentarme como blogger de arte. Me gusta decir que en mi caso el blog apareció sin querer ante la necesidad de encontrar un espacio propio desde donde poder publicar, narrar y crear mi identidad. Así, entiendo el espacio del blog como la habitación propia contemporánea de la que hablaba Virginia Woolf. 

Concibo la práctica de la escritura o de la crítica de arte –aunque esto pueda parecer pretencioso- como un ejercicio de creatividad necesario para el entendimiento entre la institución Arte –sean museos, centros de arte, galerías, mercado o artistas- y el público –independientemente del papel, activo o pasivo, que este desempeñe dentro del sector. Realmente el arte no se explica por sí mismo, sino que precisa de discursos que lo complemente y enriquezca.  (…)

…estos días, preparando la charla en Barcelona y este post, me ha venido acompañando el ensayo de Peio Aguirre La línea de producción de la crítica, (Consonni, 2014). Sobre esta coincidencia de la práctica artística y el discurso teórico Peio escribe: «¿Dónde están, dónde se encuentran los Karl Krauss y las Susan Sontag de hoy? ¿Dónde esos “escritores sin libro” que son los críticos? La respuesta inmediata que asoma casi sin levantar la voz: en la blogosfera. Internet contribuye sin duda al desarrollo de la crítica, nivela los planos, deshace las viejas jerarquías y cancela el permiso cultural, esto es, la presunción de que a la hora de decir algo se tiene que pedir la vez».   En más de una ocasión algunas conocidas blogueras me han comentado la enorme oportunidad de desarrollo profesional que ha supuesto el blog de arte a la hora de obtener la posibilidad de introducirse en un mundillo, el del arte contemporáneo, tan retroalimentario. Así y todo el blog y el microblog de arte se han convertido en espacios para el diseño de subjetividades y currículos con grandes dosis de autorrepresentación, narcisismo y publicidad. (…)

Peio Aguirre añade: «Cuando un blog se muestra más deseable es cuando se convierte en un espacio estratégico que sin necesidad de comercializarlo es a la vez amateur siendo rigurosamente profesional, manteniéndose distante tanto de la academia como del club regido por la prensa y las revistas estándar». El blog de arte concebido no como un espacio comercial sino como un valor añadido al perfil profesional que se encuentra detrás. En palabras de Peio, una vez más, «un crítico de la cultura hoy en día tiene que ganarse su libertad de la única manera posible: escribiendo gratis. O lo que es lo mismo, escribiendo para sí y llegando de ese modo a un público de forma más directa y menos corrompida». Afirmación que, aun pudiendo estar de acuerdo con ella, está repleta de contradicciones y deja abiertos otros debates.
 




 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario