Sobre la capacidad de visualización proyectiva
del artista (o sobre la más absoluta y completa casualidad)
El asunto es así.
Fines del año 2003, en los inicios mi serie Cartográfica (dibujando
sobre papeles artesanales que intervenía con fuego), preparo una obra para
enviar enrollada a un concurso internacional, el I Certamen Internacional de Arte
de Guadalajara 2004, Casa de los Colomos Centro Municipal de Arte y Cultura de Guadalajara,
México.
Quizá porque
estaba dentro de mi temática más visceral (la figura femenina en general y el desnudo en particular), por el
bagaje histórico-cultural del lugar al que la enviaba (México) o vaya a
uno a saber por qué libre asociación de ideas, surgió la primera versión de Resabio de Conquista: cartografía antigua de
América, ruinas medievales y una mujer surgiendo poderosa de entre todo
eso, con la barbilla alzada en desafío evidente al destino. Tras la circunstancial conquista el poder
real. O algo así.
La obra
viajó, ganó una mención, se quedó en donación allá. Pero como la idea me
gustaba (mucho), reelaboré la obra
para mí autorizándome todas las licencias del caso. Recuperé el modelo original que usé de la
figura femenina y años después rehice el trabajo (con más técnica, con color, luciendo el conjunto –a mi criterio- mucho
más maduro).
Ahora
bien, la cuestión viene sobre mi modelo común de las dos versiones: la tapa de
la revista Viva del Diario Clarín del 22
de septiembre de 2002.
La modelo
de ese número especial de moda era Carolina
Ardohain, una jovencísima Pampita, que en la postura y con su
perfecta línea de mandíbula era esa América
llena de futuro que surge de entre los restos de la conquista. Esa vieja foto me hablaba a mí (allá en el
2003 iniciario) de poder reconstructivo, de capacidad –netamente femenina- de
sobreponerse a los escollos del destino.
Hoy miro
esa foto y me parece solo una muchachita linda y menuda en una pose que destaca
el cuello y los pechos, pero entonces evidentemente leí la fuerza que me interesaba
destacar. Al correr de los años, esta
modelo se hizo popular y masivamente conocida por su belleza, su carácter y por
su trágica vida personal, que aun hoy sigue repercutiendo en los medios. Y lo que se cuenta (con su margen de dudosa credibilidad) es que es una mujer difícil, de
armas tomar, alguien que da batalla.
¿Esa
capacidad de lucha es lo que vi en la foto del 2002 y me inspiró Resabio
de Conquista? Me digo que no,
que como puede verse eso en una foto convencional de moda. Me atrajo la pose, la clara línea del cuello
y el anclaje del cráneo, seguramente la estética anatómica que coincidía con mi
concepto intelectual. Pero es mucha,
mucha casualidad que esta chica, Pampita, en la vida real resulte alguien
que emerge arrogante de dramas tan desgarradores como la muerte de una hijita o
la traición reiterada, humillante y pública de su cónyuge.
Yo sigo
mirando la tapa de Viva y trato de adivinar en qué se notaba, hace trece años, ese
sólido carácter y feroz temperamento.
Qué vi, si es que había algo que la delataba. Y racionalmente sólo puedo concluir que se ha
tratado de una absoluta casualidad.
Post
data: Si, ya sé que había contado la historia de Resabio
de Conquista en la entrada del 26 de julio de 2014 “En defensa del (auto) plagio”. Pero estos días ha estado la pobre Pampita
hasta el hartazgo en los medios, rebotando en boca de todos, y no pude evitar
revolver en mi archivo en búsqueda de la foto original y preguntarme si ya en
2002 estaba trazado en su rostro este destino terrible de hoy. ¿Qué vi?
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