martes, 15 de diciembre de 2015






     ¿Qué es lo que me enoja tanto?  ¿La indiferencia lógica del olvido?  Tanta gente en tantos años que de pronto ignora por completo mi existencia.  ¿Qué pasó?   ¿Antes podía mostrar mi trabajo con ellos y de repente mi obra se volvió incolgable?  ¿Mi dinero ya no vale (porque seamos claros: siempre pagué, nada fue gratis)?  Ya no me llegan las convocatorias, ya no me insisten telefónicamente para incluirme en  tal o cual salón (bueno, también es cierto que no atiendo el teléfono, pero tampoco suena demasiado).  ¿Qué pasó?  ¿Desaparecí del radar?

     ¿O me enoja la cobardía de no haberme dicho entonces (antes, cuando colgaba con ellos) que lo mío era una porquería y que no valía la pena?   ¿Era completamente hipócrita el aliento que me daban entonces, haciéndome creer que había alguna chance de crecer en esto, que lo que hacía merecía el esfuerzo y el empeño?  ¿Qué pasó?  ¿Los aburrí?  ¿El arte es sólo novedad, la persistencia en una obra que quiere definirse y madurar sobre sí misma es figurita repetida que ya nadie quiere para el álbum?





     ¿O me enoja el que me importe su olvido?  Probablemente pase por ahí.  Y entonces me digo que esto –todo esto, el arte como “mercado” y como mero business de tendero- es por dinero.  Y yo me volví algo selectiva, no pago más de lo que valen las cosas, ya conozco a casi todos los bueyes que aran por acá.  Será que prefieren no correr el riesgo con alguien que lee entre líneas y lo escribe (¡para colmo!) en un blogcito colgado en la web.  Lo que es una forma de indiscreción, una deslealtad imperdonable, se ve.

    ¿Entonces?  Nada, ¿qué se le va a hacer?  La vida es así.  Sin garantías y sin manual de uso.  Uno va improvisando y tomando decisiones sobre la marcha. Y que salga lo que salga.

    Me enoja, puedo concluir (y esto debe ser casi de terapia psicoanalítica) que algunas personas con las que valió la pena trabajar y con las que podría hoy seguir haciéndolo por coincidencia en seriedad y convicción, prefieran dejarme al margen.  Y sé que no es olvido involuntario porque he intentado reanudar contactos y mis empeños cayeron al vacío.  Me enoja la posibilidad perdida de hacer cosas con personas que en mi escala de valores eran profesionales formados, con una visión del arte que respeto y creo la única veraz.  Me enoja el desperdicio.  Me enoja tener que resignarme a lo que hay en lugar de tener lo que quiero elegir.  Me enoja ser materia de descarte.







     Y qué hacemos con el enojo.  Ya sabemos de dónde viene, ¿para dónde lo mandamos?  Supongo que la única actitud digna es conservarlo y esperar. Si como dicen todos los caminos conducen a Roma y las paralelas se encuentran en el infinito, si ellos y yo seguimos jugando este juego (aun desde márgenes distintos) tal vez el destino nos permita cruzarnos una última vez.  ¿Para qué?  No tengo la menor idea, pero encontrarse será que llegamos al mismo sitio, sin necesidad del uno para el otro, de modo independiente y puede que con dispares métodos, pero llegamos al mismo lugar.  ¿Por qué no vinimos juntos?  Puede que les pregunte eso,  O no.  Puede que les devuelva gentilezas y simplemente los ignore también.










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