jueves, 11 de febrero de 2016




   Demasiadas causas me quitan las ganas de intentar nada (¿qué pasó?, ¿en qué momento me descuidé y no vi lo que estaba pasando?   Viejos amigos que de repente se diluyeron en telón de fondo; tantas expectativas, tanta energía, tanta posibilidad y al cabo  los veo en el mismo lugar, como si el tiempo pasó sólo para inmovilizarlos.  ¿Tanto me distraje?  ¿Tan encerrada estuve en mi misma?  Es tan triste todo…).  Pero la inercia de la práctica adquirida se impone y sigo haciendo aun sin demasiado interés en lo que en concreto hago.  En esta época se organiza el primer semestre del año, se trata de coordinar actividades para que la obra siga siempre en movimiento. 


 
 

 
 
     Ya envié material para la convocatoria de la Revista Crepúsculo (El Testigo, de la serie Borgeanas“Que morirá conmigo cuando yo muera…”, cita tan apropiada para esta nostalgia ajena e invasiva).
 
 


     Y me he sentado a diseñar (es decir, a enchastrar experimentalmente una vieja campera) la intervención de indumentaria que me permita participar en la convocatoria Who art you
 
 

 
 
 
 
 

     Al mismo tiempo, envio solicitudes para acceder a la programación de salas de exhibición públicas para armar una individual en mi territorio, en Lanús o en Avellaneda, a lo que hasta ahora obtuve un unánime y absoluto silencio de radio.  Pero esto es trabajito de hormiga. Ir, ir, ir.  Quizá el movimiento es lo que me impide mirar en derredor, a  los que hace tiempo dejaron de moverse.  Sigo preguntándome ¿qué pasó?  Si todos estábamos en lo mismo, ¿por qué de pronto descubro que soy la única que sigue en pie, pintando y creyendo –sin margen de duda- que sí vale la pena?  Es tan triste todo...

 
 
 
 

 

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