Se podría decir: “Las mujeres sin rostro que pinta GF hablan
de una mujer universal atravesada por su tiempo y por su cultura…” Pero sabemos que no sería cierto. Mis mujeres sin cara no se deben a una
búsqueda de identidad indefinida y múltiple sino a mi enojo cuando, allá hace
un montón de años, descalificaban mi trabajo tildándome –con tono de insulto- de
mera “retratista”. Así que decidí ir por el opuesto: dejé el
retrato (que es lo que siempre me ha
gustado) y contrataqué con desnudos frontales sin rostro. ¿Qué quería decir con eso? Nada, berrinche, puro berrinche. O sí, quería decir originariamente: tengo veinte años y no me dejan pintar
retratos.
O se podría decir:
“Los desnudos femeninos que pinta GF
ocupan el centro de la escena con conciencia de protagonismo, reclamando la
atención sin falsos pudores…” Y
tampoco sería exacto. Pinté inicialmente
desnudos femeninos porque era más fácil encontrar modelos sin incurrir en
grandes gastos. Era tomar revistas de
moda, escoger posturas y dejar de lado la ropa.
Después, -¡¡bendita internet!!- obtener modelos de ambos sexo fue igual
de accesible y pude optar por el desnudo (unisex) como leiv motif por la
sencilla razón de que lo que me interesa es el ser humano. No son las mujeres mis protagonistas, aspiro
a que se entienda que lo que me fascina es la humanidad.
También podría
decirse que: “Trabaja sobre fondos
oscuros para que sus personajes actúen como faros de atención…” y la verdad, me daría vergüenza reconocer que
pinto sobre lo que encuentro, literalmente sobre cualquier cosa, que usé unas
hojas canson negras escolares porque quería limpiar la paleta y era lo que
tenía más a mano. Quedó vistoso y lo
conservé. El Faro de Alejandría sólo
tenía vocación de faro, algunos de mis trabajos se tratan sencillamente de
estas ganas gratas de dibujar que me acompañan desde siempre.
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