“Tal vez una de las luchas más importantes
de su vida haya sido la que llevó a cabo en favor de la mujer. (…) Comenzó en tiempos muy duros para sus
congéneres: una mujer no podía aspirar a una carrera universitaria, no podía
salir sola a la calle ni siquiera con su novio (necesitaba un chaperon), no
podía, sin escándalo público, usar vestidos sin mangas o rouge en los labios: ella
misma lo ha vivido, es su propio caso.
En 1921, desafiando insultos callejeros, manejaba un Packard, con el
mismo derecho y la misma destreza con que lo hacía cualquier hombre. Por esa época -1920- publicaba sus “ideas por
la prensa”, haciendo uso de un derecho constitucional destinado a todos pero
que no era bien visto si se trataba de una mujer. (…)
Su brega por la causa femenina no sólo viene
de lejos sino que abarca todos los frentes: hacia 1934 ella y algunas amigas,
protestaban ante el juez porque algunas reformas hechas entonces al Código
Civil tendían a disminuir los ya, por naturaleza, flacos derechos de la
mujer. Discute con el juez el caso de “la
segregación de los hijos adulterinos”.
El juez la escucha con cortesía pero como quien oye llover,
aconsejándole, finalmente, que no se mezcle en lo que no le concierne. (…) La siguiente anécdota lo confirma: “A una amiga mía y a mí (las dos
éramos casadas y andaríamos entre los veinticinco y los treinta años) nos
echaron de un salón de té, en Buenos Aires (la confitería París) porque fumamos
un cigarrillo.” (…)
Su lucha en este terreno ha tenido siempre
un objetivo claro: igualdad de responsabilidades, igualdad de derechos y de
posibilidades entre hombre y mujer.
Terminar con la postergación de la segunda en beneficio del primero. Este feminismo no significó nunca una lucha
contra el hombre, al contrario, admira a todo aquel que lo merece, lo respeta
pero, eso sí, se opone al machismo, “caricatura
y deshonra de las virtudes viriles”.”
Alba
Omil, “Frente y perfil de Victoria Ocampo”,
Ediciones
Revista SUR, Buenos Aires 1980, páginas 155/157
¿Entendés? Lucha de género de
verdad era en 1920 manejar un auto o fumar en público. Nosotros hoy solo podemos vivir concretando
diariamente esa igualdad por la que muchas mujeres batallaron un siglo
atrás. Pedir “cupo femenino”, o prerrogativas especiales que nos favorezcan
porque somos “mujeres” es simplemente
un retroceso.
Lo lógico
es actuar con convicción la absoluta igualdad.
Yo no espero un trato especial por ser mujer, como tampoco acepto que
den un trato especial a alguien por ser hombre.
O sea. No, yo no soy una artista
en una cruzada feminista, ni mi obra es un panfleto libertario. Estoy –como cualquier persona ética- en contra de toda discriminación y de toda
violencia ejercida contra un ser humano indiferentemente de su género.
Claro,
puedo ver tu punto: manifestar por la “violencia de género” hoy es políticamente
correcto, vende muy bien. El cool. Otorgarle a mi
obra un discurso por ese lado podría significar difusión gratis y múltiples
espacios de exhibición. Pero sería
mentira. Yo no reclamo derechos, ya los
tengo y los ejerzo (y ese ejercicio es de mi responsabilidad exclusiva). No voy a estructurar una sarta de falsedades
que nada tienen que ver conmigo (y que
haría que los que me conocen rueden por el piso a las carcajadas) por más que eso me asegure un acceso al
mercado del arte que no tengo por otra vía.
Gracias. Pero no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario