En siete
días –el próximo domingo 7 de mayo- este blog celebra cinco años de
existencia. Es como mucho, me digo;
tanto tiempo aplicado a algo que no genera ningún tipo de beneficio práctico.
Visto
desde afuera, carece de sentido dedicarle horas diarias a un blog que no vende
nada ni publicita para terceros ni vincula palabrerío on line a actividad remunerada off
line. Desde mi realidad y siendo que
siempre he llevado diarios personales, escribir en papel o escribir en la
notebook es más o menos lo mismo. Sigo
haciendo lo que siempre he hecho. Esto
cinco años de blog se integran a los casi cuarenta que llevo garabateando mi
cotidianidad. A los diez me regalaron –un clásico- mi primer libreta de tapa de
cuerina verde inglés con candadito y la leyenda en dorado de “Diario
Íntimo”. De ahí para acá no he
dejado de pensar en conjunto con el papel y lapicera en mano.
Como
celebración anticipada, las últimas semanas me he puesto a revisar las primeras entradas,
las del año 2012. Descubriendo errores
de tipeo y un amontonamiento en el montaje, he estado corrigiendo y
acomodando. Tratando que todas las
entradas sean los más prolijas y estéticas posibles. ¿Para qué?
Para nada, sólo por gusto de que las cosas estén bien hechas. Agrando algunas imágenes, doy más espacio al
texto para que sea más sencilla su lectura, coloco la debida sangría. ¿Más trabajo inútil? ¿Más tiempo dedicado a no generar nada
productivo y económicamente rentable?
Tal cual. Mi vida es una historia
de tiempos perdidos y sinrazones varias.
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