¿Hay algo
más placentero que pasar un par de horas en paz garabateando con lapiceras
azules, celestes y blancas? La tinta en gel
humedece el papel artesanal, que suelta una especie de pelusa que se mixturiza
con el color y permite un juego dudoso de identidad entre medio y soporte. Nada es como parece a primera vista. Nunca.
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