Uno de
los problemas (uno de muchísimos) que tenemos los artistas independientes y autogestionados es
la logística del movimiento de las obras.
Tanto para trasladarla a las exhibiciones como para hacerla llegar a manos de un eventual comprador,
el riesgo de daño es una constante. Si la obra está enmarcada, se suma el riesgo de marcos y vidrios, los que invariablemente siempre se rompen.
Trabajar
sobre papel facilita en parte y en parte complica. Es liviano y flexible, lo que reduce costos de envío,
pero es imposible colgarlo sin enmarcado, lo que lo vuelve muy caro. Si se trata de remitir la obra a un comprador, enviarla sin enmarcar implica que cuando la reciban no la apreciarán
en todo su esplendor, más el extra de la incertidumbre de que tal vez nunca la enmarquen (o lo hagan mal) y eso -para el artista- fila la tragedia.
De ahí que
uno esté siempre en búsqueda de un sistema, un packaging adecuado pero práctico, algo que
facilite moverlas y a la vez sirva para enmarcados rápidos y baratos. En esa búsqueda y ante la probabilidad de
organizar una muestra lejos de casa en unos meses, me encuentro probando
alternativas.
Arranco con las obritas
pequeñas, las 20X25, usando carpetas, algo de cartón corrugado y cintas adhesivas de colores. Las carpetas las protegen y se prestan para apilarlas seguras en una valija, el recortado de cartón a guisa de passepartout permite (doblando la carpeta a la mitad) meterlas directamente dentro de cualquier marquito estándar de los
que se compran en los supermercados, marcos de circunstancia que habrán de abandonarse en el hotel al emprender el regreso.
Hay que ver como se aplica este sistema si vamos subiendo el tamaño de la
obra. Seguiremos probando.
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