martes, 15 de mayo de 2018




     Uno de los problemas (uno de muchísimos) que tenemos los artistas independientes y autogestionados es la logística del movimiento de las obras.  Tanto para trasladarla a las exhibiciones como para  hacerla llegar a manos de un eventual comprador,  el riesgo de daño  es una constante.  Si la obra está enmarcada, se suma el riesgo de marcos y vidrios, los que invariablemente siempre se rompen.

     Trabajar sobre papel facilita en parte y en parte complica.  Es liviano y flexible, lo que reduce costos de envío, pero es imposible colgarlo sin enmarcado, lo que lo vuelve muy caro.  Si se trata de remitir la obra a un  comprador, enviarla sin enmarcar implica que cuando la reciban no la apreciarán en todo su esplendor, más el extra de la incertidumbre de que tal vez nunca la enmarquen (o lo hagan mal) y eso -para el artista-  fila la tragedia.

    De ahí que uno esté siempre en búsqueda de un sistema, un packaging adecuado pero práctico, algo que facilite moverlas y a la vez sirva para enmarcados rápidos y baratos.  En esa búsqueda y ante la probabilidad de organizar una muestra lejos de casa en unos meses, me encuentro probando alternativas.  

     Arranco con las obritas pequeñas, las 20X25, usando carpetas, algo de cartón  corrugado y cintas adhesivas de colores.   Las carpetas las protegen y se prestan para apilarlas seguras en una valija, el recortado de cartón a guisa de passepartout  permite (doblando la carpeta a la mitad) meterlas directamente dentro de cualquier marquito estándar de los que se compran en los supermercados, marcos de circunstancia que habrán de abandonarse en el hotel al emprender el regreso.

     Hay que ver como se aplica este sistema si vamos subiendo el tamaño de la obra.  Seguiremos probando.















































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