sábado, 27 de octubre de 2018



 Sistema de excusas.


     Es así: nunca he podido resistirme a los brillitos.  En otra vida he sido avestruz y me ha quedado de resabio el lanzarme de cabeza a cualquier cosa que brille.  ¿Cómo resistime a comprar en la artística una tempera que viene con refulgentes estrellitas?  Claro, yo no uso témpera.  Y a simple vista la textura no augura grandes posibilidades de usarla en combinación con otros medios.  ¡Pero brilla!  Y me la traje.  Ahora hay que encontrar la excusa para usarla, solita y titilante.






    Entonces, en otro amague de hacer lugar en mi taller, me enfrento a la necesidad de tirar parte de la enorme cantidad de cajas que guardo para hacer algo alguna vez.  Pero cuando cobro coraje de mandar a la basura algunas de las cajas de cápsulas de café, la apoyo sobre un par de rollos de cartón de papel de aluminio (más flacos, largos y duros que los de papel de cocina) y...  ¡eureka! Vislumbro la excusa perfecta para no tirar las cajas de capsulas y usar mi pintura de brillitos.  ¿No es obvio?





    Visión creativa, alucinación o proyección psicótica,  ahí estaba:  rollos de cartón adheridos a una caja de de galletitas de lata, la cajita rectangular de cápsulas, unos recortes de un rollo de cocina, y ya tenemos pies, piernas y tronco de un Nutcracker pequeño y elegante...






     Algunos recortes más de cartón, medio rollo para cada brazo…







Algo de leve cartapesta para unir…





Y si achicamos un poco otra caja de cápsulas de café damos con la proporción de la cabeza…







Un rollo de cartón de cinta de embalar y un pote de helado para estructurar el sombrero con el remate de un sacapuntas chino  con una borla simil cristal…








     ¡Y ahora sí!  A probar la témpera con brillitos…







Post data:  Así terminamos  la tarde:















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