Cuando reconozco mi total incapacidad de deshacerme
de las cosas inútiles estoy refiriéndome a todo tipo de cosas. Por ejemplo, los pequeños juguetitos que
suelen acompañar a las golosinas como relleno de piñatas infantiles.
¿Para qué guardar estos mínimos juguetes de
plástico? Para todo en general y para
nada en particular, para lo que sea que alguna vez pueda ser. Absurdo.
Hasta que surge la oportunidad para usarlos como pie de otro intento de
maniquí con rollo de cocina…
Hasta ahí
vamos. Pero necesitan algún tipo de
accesorio, entonces se vuelve lógico utilizar esas lindas y tan inútiles
sombrillitas de los sorbetes (inutilidad
que, tras su breve uso, también conservo):
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