miércoles, 8 de julio de 2015


 



     “No por mucho hablar se nos olvida el silencio/

No por mucho callar se nos olvida el jaleo/

No por mucho caminar se nos olvida el sendero/

No por mucho despertar se nos olvidan los sueños/

No por mucho vivir se me hace normal el momento/

No por mucho ocurrir deja de ser lo más bello/

No por mucho hablar se nos olvida el silencio/

No por mucho acariciar se nos olvida el duelo/

No por mucho odiar se nos va a olvidar querernos/

No por mucho olvidar olvidaré tu lamento/

No por mucho fallar se borran nuestros aciertos/

No por mucho fingir dejo de sentir lo que siento/”

Alejandro Sanz La vida que respira, del álbum Sirope



 
Que es la inspiración?

      La memoria, ese archivo personal del que no tenemos inventario fiableuno recuerda cosas que no recuerda recordar, y no es un juego de palabras- es la plataforma de despegue de ese arrebato que llamamos inspiración.  Por eso uno crea (pinta, compone, escribe) siempre desde un lugar estrictamente personal, tanto de quién es, de dónde viene y de dónde está.  Mi trabajo es necesariamente el de una mujer nacida a finales de los sesenta y  criada en Buenos Aires,  que por tradición familiar estuvo más cerca de los libros que de salir a la intemperie a practicar actividades sociales o deportivas. 

     Mi trabajo está signado por la educación que he recibido y también por la que no recibí; por las personas que me he cruzado a lo largo de la vida, por los amigos que he conservado, por los enemigos que he esquivado y por los que pretendo eludir.  Por los afectos y por los odios.  Por los caprichos satisfechos y por las cuentas pendientes.  Por las tradiciones de todas las sangres que se mezclan en la mía (argentina de quinta generación con  ecuatoriana directa, con resabios catalanes y sicilianos vía bisabuelos), por ser demasiado visceralmente sudamericana aunque  educada (¡como buena porteña!) mirando hacia Europa.  Por todos los lugares que conocí al viajar y de los que he querido absorber su identidad para fusionármela.  Por los libros, por las películas, por la música, por el teatro, por todo lo que he podido disfrutar (o detestar) y que se fue adhiriendo a la carcasa de la conciencia (que si fuera religiosa llamaría alma) con el correr de los años. 
 
 

     Esa miscelánea de variopinta coloración es la materia prima de la inspiración.  Aunque el mecanismo misterioso que la acciona sea ajeno a nuestra voluntad y a nuestro entendimiento racional, un interruptor que solo pueden activar las musas.  A nosotros, artistas pero meras personas limitadas, sólo nos queda seguir acumulando experiencias a la espera de ese toque mágico que permita transformar nuestras vivencias en una obra –ojalá que de arte-. La inspiración es como sacarse la lotería, y por un instante jugar a ser Midas.

 
 
 
 
 

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