“Puede
juzgarse el grado de civilización de un pueblo por la posición social de sus
mujeres.” Domingo Faustino
Sarmiento.
“La
Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer… de
Naciones Unidas… (…) insiste en que se deben tomar medidas enérgicas en todos
aquellos sitios en que la mujer no goce de la facultad de elegir libremente su
ocupación, no reciba igual paga por igual trabajo, sea objeto de discriminación
por causa de matrimonio o de maternidad (como el despido cuando llega ésta) o
goce de ventajas sociales insuficientes.
El Secretario General de las Naciones Unidas, U Thant… dijo: ´La
discriminación contra la mujer –sean políticas, legales, sociales o
económicas- no llegarán a superarse sin la cooperación activa de hombres y
mujeres, que deben aunar fuerzas para persuadir a los gobiernos y a la sociedad
de que garanticen el acceso de la mujer a la plena igualdad y le pongan en
condiciones de participar plenamente en el desarrollo y progreso de su país¨”.
(1969). (…)
“Empecemos
por la mujer (siempre pospuesta).
Tomemos... pensamientos sobre ella, de muy distinto origen:
Gandhi: “Comprendí que la esposa no es la esclava del
marido, sino su compañera y su colaboradora, y una socia que comparte igualmente
sus alegrías y sus penas; tan libre como su marido de elegir su propia vida.”
(El subrayado es mío.)
Lenin:
“La revolución bolchevique-soviética ha cortado más profundamente que cualquier
otro partido político o cualquier revolución del mundo, las raíces de la
opresión y las desigualdades de la mujer.
Ya no quedan rastros, en las leyes soviéticas, de la desigualdad entre
los hombres y las mujeres.”
En
Seneca Falls (Estados Unidos), el 19 de julio de 1848, se hizo solemnemente
esta declaración: “Se han difundido ideas falsas en el público; se le dan al
mundo códigos morales diferentes para los hombres y las mujeres, de manera que
ciertos delitos morales excluyen a las mujeres de la sociedad mientras que no
sólo se toleran en los hombres, sino que se les juzga insignificantes.”
Les debemos
a las ridiculizadas sufragistas el haber combatido estas difundidas y
erróneas ideas. Las pobres y sacrificadas
sufragistas que la ignorancia, o la mala voluntad, o el rencor, se empeñan en
mostrar siempre como ejemplares grotescos o ´ratés´ de humanidad femenina. La leyenda, a ese respecto, es inconmovible,
parecería. Se pasa por alto que los más
ilustres miembros de este “Partido” fueron, además de beldades de su época,
esposas y madres ejemplares (adoradas por sus maridos). Lady Astor, primera mujer miembro del
Parlamento Británico, junto con sus dos hermanas (una era casada con el
célebre dibujante Dana Gibson; ella le inspiró el tipo de la encantadora
´Gibson girl´), tuvieron fama mundial, como hoy las estrella de cine, también bajo
ese aspecto encantador y frívolo. Mrs.
Pankhurst fue una linda mujer (estaba a la cabeza del movimiento sufragista de
Gran Bretaña). Desde luego, entre las
sufragistas, como entre las actrices (todos los tipos son necesarios), había representantes
de nuestro sexo que nada le debían a la hermosura. Han abundado ilustres actrices que estaba en
ese caso y lucharon triunfalmente con ese hándicap. Claro que tenían talento. Además de fea, algunas eran gordas (pecado
capital, en Occidente) y viejas (las viejas también hacen falta en las comedias
o tragedias). (…)”
Victoria
Ocampo Testimonios Octava Serie 1968-1970, Ideas
Fijas- El derecho de ser hombre, Editorial Sur S.A.
Buenos Aires 1971 páginas 184/190.-
Yo nací
en 1967, casi contemporáneamente al momento en que Victoria Ocampo escribía el texto transcripto supra. He crecido y
me he educado dando por hecho la igualdad de género (pese a que aun en mi país hay importante márgenes para superar y
alcanzar una plena igualdad de derechos).
No he vivido bajo ningún tipo de opresión o marginación a este respecto.
Nada me ha sido vedado por ser “mujer”; lo que eventualmente me ha limitado ha sido mi propia incapacidad o mis
temores intrínsecos. Por ello, la
igualdad me parece algo natural, obvio, que doy por descontado en cualquier
contexto y en cualquier lugar. Pero no
soy necia, sé que no es así para muchas mujeres. Eso hace que sienta como ineludible deber ético colaborar por
todos los medios a mi alcance y dar mi apoyo incondicional a toda aquella persona (mujer u hombre, pues la discriminación alcanza hoy también a aquellos
que hacen una elección individual de su género o preferencia sexual) a la
que no se le permite ejercer plenamente sus derechos en absoluta igualdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario